Enigma ( óleo de Modesto Trigo )
Hacía tiempo
que vivía en aquel apartamento deshabitado, se instaló en cuando vio aquel baño
tan espléndido, todo blanco impoluto con una cenefa azul marino.
La alcachofa
de la ducha le recordó tierras extrañas, donde su madre había habitado antes,
antes de coger el barco, que le trajo a aquel extraño lugar, donde estaban tan
mal vistas.
No tenía ni
idea, pero lo que estaba haciendo, era vivir de okupa, su madre apenas le enseño
cuatro trucos, para saber realizar una
buena tela, y así poder cazar bichos
incautos.
Aunque la
verdad sea dicha, por aquel apartamento no había mucha vida y si mucho polvo,
que tenía que sacudir de sus múltiples patas, lo cual era un engorro.
Hasta que
descubrió aquella fantástica alcachofa, que dispensaba agua a voluntad, de un
grifo mal cerrado, pero esto, creo que no lo tenía muy asumido.
La
tranquilidad se acabó el día que se presentó, uno de aquellos seres enormes,
que se creen dueños del mundo y solo hacen que destrozarlo todo.
Eso era otra
de las pocas cosas que le enseñó su madre, ante esos seres, lo mejor era salir
corriendo, mataban por cualquier cosa y no apreciaban su arte de tejer.
Estaba columpiándose
en la ducha, tan ricamente al compás de la caída de las gotas de agua,
intentando acertar con las patorras.
Cuando entró,
sin avisar y, al verla soltó un alarido gutural, de tal alcance decibélico, que
temblaron los cristales de la ventana y se agrietó la hermosa luna que había
sobre el lavabo.
Salió corriendo, dejándose deslizar por una de sus cuerdas, antes de que intentaran acabar con ella, pues tal cosa era lo que
indicaba la expresión de la cara, de la intrusa.
Sabía que de
aquellos animales, los del sexo femenino, eran realmente los más peligrosos,
arrasaban con todo, les molestaba todo animal que campara libre por lo que
consideraban su territorio, que solía ser muy amplio.
Pero este,
parecía tener una fobia especial por su especie, no era normal una reacción tan
agresiva.
Le lanzó un
cucurucho que llevaba en la mano, quedándose en la tela, un buen puñado de
helado de nata, que las gotas de agua de la ducha, empezaron a disolver.
Ser araña okupa me ha parecido una experiencia casi religiosa...Muy divertido.
ResponderEliminarUn abrazo
Las pobrecillas, no están ascritas, a ningún sindicato coservacionista y así les va.
ResponderEliminarUn abrazo.
El título me ha gustado mucho y el texto también. Muy original.
ResponderEliminarUn abrazo.
A mi me ha gustado más el cuadro de presentación.
ResponderEliminarUn abrazo.