LA NEGOCIACIÓN (XXV)

 



Foto de A.C.P. 




Norah Jones  

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La Negociación (XXV) 


Estando todos los implicados, presentes en la sala en la cual se tenían previstas las negociaciones, los de la funeraria, le mostraron a Don Pedro, la lista de obras que pretendían llevarse de su colección del maestro fallecido a mayor honra de los especuladores de turno. 

De la lista de cuadros del pintor en manos de Don Pedro, según la lista facilitada por él mismo a la galería, los hombres de negro tras visionarlos todos, tras aprobar su estado de conservación y su autenticidad, eligieron los más vistosos.  

Es triste decirlo, pero el tamaño importa en la valoración, como si la cosa fuera a tanto el palmo. Aquí es dónde intervino Ernesto, estaba claro que era un buen negociador y ya de entrada explicitó un precio solamente por dejarlos a la galería, para la exposición retrospectiva. Los enviados de la sala se sintieron algo desconcertados y además se notaba que estaban mermados en su capacidad para tomar decisiones económicas no previstas, con ello solicitaron poder hablar en privado con los jefes, ante lo cual Ernesto les comunicó, que era mejor que viniera su jefe a negociar, ellos ya habían visto lo óleos y su estado de óptima conservación.  

Pedrito se ocuparía de descolgarlos y si se llegaba a un acuerdo satisfactorio para ambas partes, se podría proceder a su embalaje.  

Los emisarios quedaron tan desconcertados, que uno de ellos se guardó el móvil, que hasta aquel momento blandía como un arma decisoria, y con aspecto totalmente desconcertado, se prestaron a irse con la cola entre las piernas. 

***  

En la galería, una vez informados del estado de las negociaciones y de las pretensiones de Don Pedro, no tuvieron otro remedio que aceptar sus claras e inapelables condiciones, puesto que su colección representaba la mitad del material a exponer. 

Don Pedro estaba enormemente satisfecho, de haber introducido a su primo Ernesto en la ecuación, le había ayudado a valorar en máximos la colección, y además cobrando ya de entrada, por los días en que estuviesen expuestas en ella y cubriendo la posibilidad de cualquier problema, ajeno claro está al propietario. 

Tomás se limitó a informar, a José Carlos de las idas y venidas de los galeristas, y de la posibilidad de unas negociaciones en curso de resultado desconocido para él. 

José Carlos preguntó a Pedrito sobre el asunto, así de pasada, como si los de la galería le hubiesen comentado algo, no podía decir sus fuentes de información, pero tampoco colaría que se hubiese enterado por alguna información paterna. Pedrito se limitó a comentar que, a petición del abuelo, descolgó unos cuadros para ser observados con todo detalle por unos tipos con aspecto raro, como de seminaristas.  

Ofelia, una vez recuperada la compañía de Arturo, le hizo poner en orden, las notas que Ernesto le había pasado para hacer el contrato, ese para hacer la cesión de los cuadros y la valoración de toda la operación, más el hecho de cómo, en caso de interés por algún cuadro, por parte de algún visitante, que comisión se quedaría el centro expositor. 

La persona venida por parte de la galería, para hacerse cargo de los tratos, no puso prácticamente ninguna pega, fuera la de prever claramente cualquier posible contingencia, tanto en el traslado como después en la instalación y muestra en su local. Venía con las ideas claras y era el típico pragmático que, ante una posibilidad de negocio, veía solo las posibilidades de los beneficios de este. Con lo cual, las condiciones no las veía tan exageradas y si no había problemas, pagar algo por la cesión, tampoco era tan grave. Al final, la galería, montaba una retrospectiva, lo cual quedaba siempre muy bien, un reconocimiento a un finado siempre da buena prensa.  

***  

Cuando el contrato estuvo listo, Arturo era muy rápido en la elaboración de sus trabajos, siguiendo las notas de Ernesto y las indicaciones de Ofelia, encontró una cesión de unas obras de Turner, por parte de sus herederos, muy interesante, en cuanto a la jurisprudencia. 

Para hacerlo más ameno y con un toque de lo más formal, se invitó al propietario de la galería, a tomar un té con pastas y una copa de oporto, tras la salida de la notaría que estaba en el principal. 

Fue un encuentro de lo más cordial, en el que Pedrito se aburrió un poco mucho y Ofelia se preguntó si algún día ella, estaría en una tesitura así, de poder colocar unas cuantas obras valiosas a alguien. 

Ernesto estuvo todo el tiempo como asesor y al tanto de que todo se hiciera correctamente en cuanto derecho a ley. En el momento del té, optó por declinar el brebaje y decantarse por esa botella ambarina de un conocido destilado descubierto en una anterior visita a su primo. Don Pedro, ufano con el resultado de la operación, puesto que su nombre saldría destacado en los papeles, prensa incluida, le hubiera dado la botella entera.


(Continuará) 



Terrassa, 30 abril 2024  

 

UNA DE ARTE (XXIV)

 


Retrato (sin datar) 

Foto de A.C.P. 



Chick Corea & Hiromi Uehara Medley   

Una de Arte (XXIV) 





Parecía como si las cosas se hubieran estancado en una tranquilidad de esas que ni siquiera parecía anunciar tormenta. 

Los días se sucedían sin novedades, en casa de Don pedro todo era tranquilidad, hasta que recibió una nota de una galería en la que le solicitaban si era posible cederles algunas de las obras que tenía de uno de esos pintores con buena técnica pero que no había destacado lo suficiente en el mercado, como para salir más a menudo en los papeles esos que hablan de una gran cotización en una subasta.  

Ganó un premio académico y el reconocimiento de los enterados en el tema del arte, pero no del del show business que controla el mercado.  

Pero como en toda inversión siempre llega el momento oportuno, que en estos casos solía ser, cuando el artista en cuestión dejaba de estar preocupado por su cotización, por irse a pintar angelitos en el cielo. 

Ese momento acababa de llegar y todos aquellos que tenían cuadros suyos se frotaban las manos y los galeristas pugnaban por ver quién de ellos conseguía montar una retrospectiva, y ya de paso ver quien picaba en la compra de artista muy reconocido y cuya obra ya no iba a aumentar, lo cual siempre revaloriza lo ya hecho. 

Ni que decir tiene, que la nota le puso de buen humor y contestó con el talante cordial, usado en las operaciones comerciales, con perspectiva de ganancia, que con gusto colaboraría en prestar las obras de su colección del desaparecido pintor, para proporcionarle el reconocimiento póstumo que se merecía. Se brindaba a recibir al comisario de la exposición para que escogiera los óleos que considerase más indicados. Tampoco había que decir de buenas a primeras que se los podían llevar todos, no fuera caso que lo tuvieran demasiado fácil y se creyeran que estaba dispuesto a cederlos luego a cualquier precio. 

Se reservó de decir nada a nadie al respecto, tampoco hacía falta que la noticia le llegara a su querido hijo mayor, el pobre estaba ninguneado incluso por su propia familia. 

Le envió un mensaje a su querida vecina, para ver sí le podía enviar a Arturo, pensaba que le iría bien comprobar la cotización actual de ese maestro pintor y comprobar su inventario al respecto. 

Ofelia tardó en verlo, tiempo en el que Don Pedro, se puso al día de las actividades de su nieto preferido, para ver de poder contar con él para gestionar el control de cómo se trasladarían las obras en caso de llegar a un acuerdo con la galería, lo cual daba por hecho, en los últimos tiempos y tal como estaba el mercado, habían bajado bastante los humos de los sacrosantos máximos popes de la cosa esa de la compraventa de las obras de arte. 

Cuando Ofelia le contestó, diciéndole que lo mandaba presto al momento, puesto que, en ese momento, no estaba haciendo nada especial. 

Arturo tenía contados los metros del recorrido, el tiempo empleado, la humedad ambiente según la hora del día, el desgaste de la moqueta del pasillo, la altura precisa para tocar el timbre del jefe e incluso podía prever cuando abrirían la puerta. 

*** 

Cuando llegó Pedrito, ya tenía a punto los datos de los cuadros: medidas, peso, fecha, tipo y estado del marco...Arturo había hecho los deberes. 

Recorrió pasillos, estudio, comedor, sala demás rincones de la casa, en la que los cuadros estaban por doquier y sin demasiado orden ni concierto, se había llegado a un punto en ponerlos en cualquier hueco libre de alguna pared de la vivienda. 

Como los interesados en el tema, no quería dejar escapar la oportunidad, pidieron pode pasar cuanto antes a mirar y escoger las obras, temían que hubiera alguna menos de escasa importancia para una exposición, pero así y todo, lo mejor era presentarse in situ, ahora que tenía las puertas abiertas a una negociación que esperar que el dueño se lo repensara esperando un incremento en el valor de las obras. 

Cuando llegaron los individuos en cuestión, más parecían los funcionarios de una funeraria que unos expertos en obras de arte, asesores de coleccionistas y tratantes, en un mundillo de buenas maneras y muchos engaños. 

Eran dos, vestían de riguroso traje negro, camisa blanca y corbata de colores neutros. Con sus carteras modelo ministerial, bien cogidas y el único fallo bien visible y que denotaba que eran unos simples empleados sin jerarquía, era la suciedad en los zapatos. 

Para cuando llegaron, ya estaban todos a punto, es decir Don Pedro, Pedrito, Arturo (al cual no presentaron, pero que era evidente que estaba ahí, por si era necesario hacerle alguna consulta técnica) y también el primo Ernesto. 


(Continuará) 


Terrassa, 28 abril 2024