Foto de G.C.G.
Maria Del Mar Bonet ~ Bir-Demet Yasemen
Tenían que darse prisa, empezaba a clarear y eso era muy peligroso para ellos, en su pequeña y lenta embarcación.
Pues podían ser avistados y con toda lógica abordados posteriormente.
Esperaban que sí eso ocurría para entonces hubieran tenido tiempo de dejar su cargamento en el punto de encuentro.
Hasta ahora, las embarcaciones con éxito en sus operaciones de desembarco habían sido muy superiores a las apresadas, e incluso algunas de estas últimas pudieron deshacerse de su cargamento a tiempo.
Más valía eso que caer con él a cuestas y sufrir una multa y una pena muy superior, que podía acarrear incluso la muerte, por tráfico de materiales de alto contenido alucinógeno.
El poder imaginativo que se encerraba en sus pesados fardos era muy peligroso para las autoridades, estas llevaban años de continuas pesquisas para la captura y destrucción de todo tipo de material considerado pernicioso para la población.
Ante las muchas dificultades en la utilización de los sistemas electrónicos modernos, la sociedad alternativa se había refugiado en los métodos del siglo pasado, gracias a algunos ancianos que recordaban antiguas técnicas, para la trasmisión de elementos culturales.
Se habían agenciado de antiguas maquinarias escondidas en los almacenes de algunos museos, ahora cerrados al público pero que aún no habían sido desmantelados.
Todas las comunicaciones vía telemática estaban intervenidas, las penas por las infracciones eran muy severas, pero el ansia por no dejarse dominar y no caer en el aborregamiento generalizado, les daba las fuerzas necesarias para seguir en el intento de preservar todo lo posible su antigua cultura.
Entretenidos con la destrucción de las obras más antiguas y ostentosas, de momento podían ir haciendo su labor de zapa para introducir un poco del pequeño material de bolsillo más asequible para la población sedienta de otro tipo de consignas.
Las mujeres eran los correos más adecuados para su distribución, escondiéndolo todo bajo sus mantos, que las cubrían de pies a cabeza, con solo la consabida rejilla para que vieran lo que había dentro, las viejas eran las más seguras, pues no solían despertar ningún interés por parte de los vigilantes de la moral y buenas costumbres a los ojos del ser superior.
Tenían que ir eso sí, acompañadas de un varón, mejor uno mucho mayor que ellas o un adolescente con pinta bobalicona y nada altivo.
Por eso cada vez que una de las pequeñas embarcaciones descargaba los fardos con libros y, estos se podían distribuir, era una heroicidad de la que se beneficiaban muchas escuelas clandestinas.
Barcelona, uno de septiembre 2021
Un relato intenso donde hasta el final no se sabe bien cual sera el cargamento al final descubres que hay todavía gentes que mantienen viva la cultura a pesar de los pesares y las trabas que les pongan.
ResponderEliminarUn abrazo e interesante el texto si señor.
Supongo que para mí es más fácil de apreciar, lo que es la persecución de una cultura.
EliminarUn abrazo.
Desgraciadamente, "talibanes" de la cultura núnca han faltado. Solo hay que volver la cabeza a la derecha y te encontrarás bastantes.
ResponderEliminarUn abrazo y enhorabuena por el escrito.
P/S.- Esa enhorabuenea tambien sirve para tu bello poema "Canto al poeta asesinado". Menos mal que como bien dices "no estamos huérfanos", nos queda su poesía.
No, nunca han faltado y siempre han habido "autoritas" creídos de una superioridad moral que les hace saber lo que conviene al pueblo llano. Aunque simplemente sea para preservar sus propios intereses, normalmente totalmente inconfesables.
EliminarUn abrazo y muchas gracias.
Sabía que te lo habías perdido y era un tema compartido. ;)
El suspenso del relato nos llevó a los amados libros, qué seríamos sin ellos, grandes compañeros en la vida, y muy dulce la voz de la cantante, gracias Alfred, un abrazo!
ResponderEliminarLibros, más libros, siempre libros.
EliminarGracias a ti.
Un abrazo.
Buen relato amigo mío. Por desgracia y por mucho que nos pese en este mundo encontramos de todo, pobre de aquellos ignorantes.
ResponderEliminarUn gran abrazo.
Muchas gracias Juan.
EliminarEstamos en un mundo que no deja soltar el lastre de antiguas costumbres nefastas.
Un gran abrazo.
Muy bueno Alfred.
ResponderEliminarNo sé cómo podemos permitir que ocurra eso y no pase nada.
Estamos en el 2021!!!
Saludos.
Muchas gracias Xavi.
EliminarEstamos muy bien enseñados en girar la cara cuando algo nos repugna.
Saludos.
Bonito final, Alfred. Qué me estaba oliendo mal tu relato, pero ese giro me ha encantado!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
¡Gracias Nani!
EliminarHay que dejar un resquicio a la esperanza.
Muchos besitos.
¿Se impone de nuevo requerir unos maquisards que alienten la difusión de ese arma tan peligrosa y letal para las mentes obtusas y retrógradas llamado libro, que es tanto como decir acervo y cultura? Una lección moral tu texto.
ResponderEliminarGracias. Esa es la cuestión. La moral se la construye cada uno.
EliminarHay que tener principios éticos para ello.
No hace mucho tiempo estuve leyendo algo sobre esta costumbre que se ha repetido a lo largo de la Historia, para someter y silenciar al pueblo llano a través de la ignorancia, así como también, en otros muchos casos fue la iglesia la que se encargó de destruir libros, pinturas, etc. por considerarlos obras satánicas.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu poema.
Un abrazo.
No hace falta alejarse mucho en la historia, para ver que eso siempre ha sido así.
EliminarMuchas gracias Manuel.
Un abrazo.
El arte y la cultura son como el agua y se abren paso, irrefrenables; incluso como reacción contra los reaccionarios de siempre. Muy buena prosa, Alfred.
ResponderEliminarAbrazo más que grande.
Esperemos que revienten las compuertas e invadan e inunden todas las orillas de nuestra presencia en la tierra.
EliminarMuchas gracias.
Un buen abrazo.
Tu historia me ha recordado el libro de Ray Brabury "Fahrenheit 451".
ResponderEliminarSaludos
451 grados F. La temperatura a la que arde el papel.
EliminarSe nota que ya tenemos una edad, al ver ciertos referentes que nos han quedado en el disco duro.
Saludos.
Por salvar cargamentos como este, Alfred, bien vale la pena la clandestinidad.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por supuesto, hay que denunciar las prácticas de censura y apoyar cualquier forma de divulgación cultural.
EliminarUn abrazo.
Buen historia me recordó a fahrenheit 451, es terrible que la lectura y cultura este prohibida. te mando un beso
ResponderEliminarYa veo que te ha venido el mismo referente que a Emilio.
EliminarA pesar que no fue lo que me inspiró, sino el simple hecho de ver la realidad actual en ciertos países. A la vez que recordar nuestra propia historia.
Un beso.
Muy buen texto amigo Alfred. Es muy triste encontrarse en un pais donde prohíban no solo libros sino muchas cosas mas.... Saludos a la distancia.
ResponderEliminarMuchas gracias Sandra.
EliminarLas prohibiciones para preservar la ignorancia y con ella conseguir un mejor control, es un constante en las sociedades autoritarias.
Saludos desde la distancia que no distantes.
No conozco libro alguno que sea alucinógeno. Algunos son alucinantes, pero alucinógeno, no conozco. Sé de algunos que son idiotizantes y otros que son adoctrinadores. Tendré que profundizar más.
ResponderEliminarNo pretenderás que los dictan las normas sobre la moral a imponer en la sociedad, sean tan sutiles como tú al respecto de cómo definir la perniciosidad de la lectura de libros.
EliminarBueno, hay que recordar que en nuestra juventud, al menos a lo que a mí respecta, era normal acudir a ciertas sitios para hacerse con lecturas prohibidas o traérselas en alguna de las escapadas más allá de nuestras fronteras, llevándolas convenientemente escondidas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Puede parecer un relato de ciencia ficción, pero tiempo al tiempo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo triste del caso es que es totalmente factible.
EliminarUn abrazo.
Muy bueno el texto. Escondes bajo los bajos de las faldas, la verdadera historia del contrabando, la cultura. Espero que no lleguemos, como los talibanes, a tener que mercadear con cultura.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias Jesús.
EliminarEsperemos que no, pero talibanes hay por todas partes.
Un saludo.
Esperemos que no lleguemos a vivirlo, pero visto lo visto que últimamente toda ciencia ficción se hace realidad...
ResponderEliminarSAludos.
Todo apunta que se va a repetir, ya veremos.
EliminarSaludos.
Los libros, la cultura, son nuestro arma más potente...
ResponderEliminarFantásticamente relatado, Alfred, ¡y que así no sea!
Abrazo y buen fin de semana
Sin ella ninguna sociedad puede subsistir.
EliminarMuchas gracias Milena.
Un abrazo. Buen finde.
Una distopía futura muy plausible (creo)
ResponderEliminarEsa es nuestra desgracia, que puede ser muy cierta en poco tiempo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarVale la pena la clandestinidad si con ello algo se puede cambiar, Alfred.
ResponderEliminarAbrazo
Unicamente en la clandestinidad, se pueden hacer acciones para impedir la perdida cultural de una nación.
EliminarUn abrazo.
Has sabut mantenir la incògnita del relat fins al final. Un relat que m'ha fet recordar temps pretèrits del nostre país, sobretot per als qui tenim una edat. I és que la cultura sempre ha estat enemiga de les dictadures, com la llibertat.
ResponderEliminarUna abraçada.
Els que tenim anys i memòria, tristament recordem sense enyorança, aquell temps de entra llibres amagats pel cotxe per recuperar las nostre cultura.
EliminarUna abraçada.
Hola Alfred!
ResponderEliminarEs triste e indignante que aquellos que tienen el poder, decidan que puede y que no puede leerse. Es una dictadura cultural propio de personas anormales y mentes enfermizas.
Hola Enric!
EliminarSiempre ha sido así, los poderosos lo quieren controlar todo. Incluido lo que pueden saber o no sus subditos.
Muy buen argumento, con imaginanción y una narrativa perfecta. Regreso de mis vacaciones y me alegra leerte.
ResponderEliminarUn beso, Alfred
Muchas gracias Albada Dos por tus palabras de reconocimiento.
EliminarBienvenida de nuevo al intercambio de lecturas ;)
Un beso.
Alfred, casi me pierdo está historia, me ha encantado y creo que le habría gustado al mismísimo Ray Bradbury.
ResponderEliminarUn saludo.
Con comentarios así, me voy a hinchar como un pavo ;)
EliminarUn saludo, Ángel.
Curioso relato.
ResponderEliminarBesos.
Muy bueno.
Las situaciones mandan.
EliminarMuchas gracias.
Besos.
ya quisiera poder escribir como lo haces Alfred. tienes un don y eso agradezco que no lo hagas clandestino !!!!! :)
ResponderEliminarbesos
Caramba Jo, ese es el tipo de comentarios que me hacen seguir en esto del blanco sobre negro. ;)))
EliminarBesos.
Passa, malauradament, en tots els països del món. Per diferents motius, però sempre pels que volen dominar. La manca de cultura fa que el poble sigui molt petit i que no reaccioni davant les injustícies.
ResponderEliminarJa ho deia no fa molt un ministre espanyol, que no poso el nom per no donar-li corda, "Españolizar a los niños catalanes". Ja veus, no cal anar molt lluny.
Un text magnífic, Alfred.
Aferradetes.
Com més inculte es un poble, més fàcil serà sotmetre-ho.
EliminarNo, no cal pensar en països llunyans i exòtics, que també, però nosaltres ho hem viscut i encara estem en les mateixes.
Molt agraït, sa lluna.
Aferradetes.
algo tendrán los libros para que haya tanta gente empeñado en quemarlos ;)
ResponderEliminarbuen relato
Como decían anteriormente, mira la cantidad de veces de la socorrida quema de libros y de los famosos índices, censuras y demás métodos de control.
EliminarMuchas gracias.
Siempre ha sido así: el libro objeto de tentativas, de atentados y de temores entre quienes se dicen ilustrados. Saludos.
ResponderEliminarAlgunos se vanaglorian de no haber leído más que un libro, el de su líder: espiritual, político, militar, religioso...
EliminarSaludos.
Los libros, armas de instrucción masiva.
ResponderEliminarBesos.
Son armas que ayudan a la auto estima y al desarrollo de la mente, al abrirla muchas posibilidades.
EliminarBesos.
Si veo a alguien quemando un libro, seguro que la que se quema las manos soy yo por cogerlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Harás bien, mejor ves con unos guantes de esos para sacar el asado.
EliminarMás vale que nos lo tomemos a broma.
Un abrazo.
Mind blowing post
ResponderEliminarMuy agradecido.
EliminarGran relato. Un cargamento muy valioso, siempre son buenos compañeros.
ResponderEliminarBuen miércoles.
Un abrazo.
Muchas gracias Laura M.
EliminarEs de lo más valioso que podamos imaginarnos.
Buenas noches.
Un abrazo.
Solo de pensar que algo asi pueda suceder se me entristece el corazón.
ResponderEliminarMuy bien contada toda la historia
Te felicito Alfred
Besos
Puri
Es un tema delicado e ingrato para las almas sensibles.
EliminarMuchas gracias Puri.
Besos.
En aquellos años de la dictadura, y posteriores, había libreros que viajaban a Euskadi Norte, (Sur de Francia), para "traer" libros prohibidos sobre ideas nuevas, nacionalismo vasco, libertades... Y otros temas de interés que "aquí" no se permitían.
ResponderEliminarSiempre ha habido "material peligroso" al alcance de la mano.
Abrazos Alfred.
Los que tenemos una edad, sabemos de escapadas a nuestro país vecino al norte, en donde podías proveerte de libros, sobre todo de historia, política, ciencias sociales y ensayos de todo tipo, aquí prohibidos. Así como de encuentros en librerías significadas que te vendían material bajo el mostrador, nunca expuesto, de características similares.
EliminarEvidentemente todo era material inflamable ;)
Abrazos Ernesto.