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Música de Ennio Morricone
Incidente en el CAP
Es tarde, esa hora en que ya no se está para tonterías e intentas, procuras y deseas que no te venga el típico paciente de turno, mayor y con ganas de cháchara.
Las administrativas de recepción, empiezan a coger los aerosoles con desinfectante, para inundar mesa, teclados, mostrador y todo lo que se ponga por delante, con tal de mantener a raya al bicho ese que se está cebando con el personal.
La puerta de la calle aún está abierta, pues hasta la hora señalada no se puede impedir la entrada a nadie que pueda necesitarlo y por desgracia siempre hay ese alguien.
Algunas enfermeras ya están recogiendo sus cosas y empezando la gran tarea de sacarse todas esas capas de batas, mascarillas, peucos y demás elementos protectores que se ayudan a poner unas a otras cuando empieza su turno.
Los consultorios médicos están en las mismas, algunos ya con las luces apagadas y sin su titular al frente. Otros están en activo, en funciones burocráticas de informes varios.
En esto con un vocerío potente y estruendoso, se presenta un joven algo demacrado, con pinta de que le haya sonreído poco la vida.
Tras tropezar con la puerta, incapaz de esperar que el automático hiciera su función, entra con cara de pocos amigos diciendo que necesita ser atendido urgentemente.
Mostrando una receta en la mano, con signos evidentes de haber conocido tiempos mejores, dado lo arrugada que estaba.
El personal administrativo enfurece nada más ver aquel energúmeno vociferante, poniendo sus manos desnudas sobre el recién limpiado mostrador y con sus gritos de exigencia, soltando saliva por doquier, salpicando a diestro y siniestro según fuera moviendo el cabezón.
En esto el individuo, sin atender a razones, se limita a indicar a gritos que su receta está caducada y en la farmacia se han negado a facilitarle su medicación, con lo cual exige que le hagan una nueva al momento.
Todo esto es más fácil de poner aquí que vivirlo, los nervios están a flor de piel, el individuo en cuestión está fuera de control y ha empujado a un sanitario hasta la zona que ya estaba fregada, con gran disgusto de la limpiadora del turno de noche, que ve su labor arruinada y teniendo que volver a empezar.
Evidentemente no se queda callada en su lamentación e inicia una serie de vituperios dirigidos al maleducado, mientras éste a su vez repele el asalto con malas pulgas del sanitario encendido por su orgullo herido tras el derribo sufrido sobre un suelo olorosamente desinfectado.
Mientras tanto un grupo de enfermeras y otras administrativas está tras una puerta, observando asustadas el lío montado, sin atreverse a salir ante el follón que hay. Entonces optan por llamar a los municipales para que controlen aquel asaltante.
Al poco se presenta la patrulla de la policía municipal, pidiendo información sobre lo que está pasando en uno de los despachos donde una doctora todavía está en activo.
Está al asomarse para responder a la llamada en su puerta, ve a la policía y al violento vociferante.
Reconociéndolo como paciente propio, se dirige a él para calmarlo, pidiéndole que respire y hable despacio. Se aviene a mirar la receta, no está caducada simplemente la ha usado más de la dosis prescrita y le falta un mes para que le puedan dar más.
Le pregunta qué cómo es posible que haya gastado tanto medicamento, a lo que el paciente entra en contradicciones y se excusa diciendo que nota que una mayor dosis le ayuda en sentirse mejor.
Ante la indicación de la doctora de que ya se hace cargo y le dará algún calmante al hombre del ataque.
La patrulla se marcha aliviada y contenta de no tener que hacer ninguna gestión ni su correspondiente informe.
Tras la euforia de la pelea y los gritos, el paciente se ha desmoronado y sólo balbucea palabras de disculpas y de sentirse mal por todo lo acontecido.
Todo queda en un pequeño incidente, uno de tantos.
Barcelona, 8 Julio 2020
Valla incidente, así suele suceder, aveces por acá también. La música preciosa. Saludos Alfred,
ResponderEliminarImagino que ocurre en todas partes, ese estallido violento por una nimiedad, que luego queda en nada, pero amarga el trabajo de unos profesionales ya de por sí muy estresados.
EliminarSigo reconociendo el legado del maestro recién desaparecido-
Saludos Sandra.
Menos mal que acabó bien.
ResponderEliminarBesos.
Bien acaba lo que mal empieza, pero no se soluciona esa angustia continua en la que se vive en los CAP.
EliminarBesos.
Ocurre, y mucho. El paciente rabioso es siempre molesto, cuesta de serenar, pero al final, si cada mes se encontrará con que no le dan más medicación, algo habría que hacer porque el incidente será mensual.
ResponderEliminarUn beso. Buen finde
Eso es lo malo, la falta de educación y de cultura del respeto por el otro y por las instituciones públicas. Parece que lo que es de todos pueda ser mancillado, estropeado o vilependiado por el hecho de ser público. Iba a algo más que un hecho puntual de una receta.
EliminarUn beso. Feliz finde.
Parece algo vivido en carne propia. Incidentes así ocurren con más frecuencia de lo que pensamos. Sin llegar a ese punto, mi mujer, que trabaja en una farmacia, también ha tenido que lidiar con clientes groseros e inoportunos, que no respetan las normas de seguridad ni el horario, que se presentan cuando ya es la hora de cierre o bien exigen que les abran cuando la puerta metálica ya está bajada pero el personal todavía está en el interior cuadrando la caja o a puntod e recogerlo todo, y así un largo etcétera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Digamos que es una recreación de algo posible o más bien una forma de presentar, un hecho más habitual de lo deseable.
EliminarOcurre en otros muchos sitios, pero en los tiempos actuales y con lo que está pasando, en el mundo sanitario es mucho más espeluznante.
Un abrazo.
Uff, la atención al público desgasta tanto, más en sitios tan delicados.
ResponderEliminarBesitos Alfred
Quema mucho y se hace poco para reducirlo.
EliminarBesitos lopillas.
Son peligrosos los síndromes de abstinencia, también los de las drogas que se entregan con receta.
ResponderEliminarMe ha dado pena el hombre, aún sin justificar su ataque de ira. La necesidad tiene cara de hereje.
Besos
Eso en casos de pacientes de riesgo por su peculiar síndrome, pero en otros muchos casos también se da.
EliminarDa pena el hombre, pero más dan todos los que tienen que lidiar con tipos como él, día tras día.
Besos Alís.
Gracias por detallarnos esa realidad que imaginamos, pero con los detalles de tu relato, tan humano, nos hacemos más conscientes de ella.
ResponderEliminarHola Ana, se bienvenida a este rincón, espero que te guste.
EliminarSon situaciones que se están dando más habitualmente de lo que sería aceptable de soportar y mucho más de tolerar.
Hola Alfred!
ResponderEliminarLa historia esta muy bien contextualizada. El sentido del humor no ha fallado. Siempre hay algún, digamos poco elegante y poco civilizado, elemento que se sale de las normas establecidas, como ocurre en este caso.
Hola Enric!
EliminarMuchas gracias, he intentado no excederme demasiado.
Hay quién no tiene respeto por ninguna norma.
"Si con meterla he ofendido, con sacarla ya he cumplido".
ResponderEliminarYo lo llevaba a chirona a pasar la noche.
Un abrazo.
Es que tú eres muy tuyo. ;)
EliminarQuizás sea demasiado.
Un abrazo.
Sin tratar de justificar lo injustificable, pero a mi no se me olvida que la Sanidad Pública (me refiero a la de mi pequeña nación) está como los calcetines del Ambrosio, mas remendada y zurcida que un tapiz medieval.
ResponderEliminarY tanto los del lado de allá del mostrador para atender, como los del lado de aquí, están empezando a ponerse nerviosos.
Si yo te contara... pero mejor que no. Cada cual vivirá sus experiencias; estoy seguro.
En tu pequeña región que es la mía, se han llevado las cosas a límites insospechados de miseria sanitaria, vivimos del rédito de los buenos tiempos. Hay gran parte de centros privatizados.
EliminarCuenta, cuenta.
ResponderEliminarEl mundo era así, las cosas cambiaron pero, no mejoran ¿O, sí?
Saludos Alfred, gracias por la banda sonora.
Hola Guillermo, para desgracia de los que lo sufren, hay gente que no cambian para mejorar.
EliminarGracias a ti por la visita.
Pobre hombre, nunca se sabe cuando uno está al limite de un mal, como se va a reaccionar, si enroscándose en su caparazón, o armando algo feo . Lo bueno de todo es que pidió disculpas, y la doctora le atendió como correspondía.
ResponderEliminarBuen relato. Un abrazo.
Al final todo se aclara, pero no tenía razón alguna el bellaco que alteró el final de la jornada. El cuerpo sanitario de merece un respeto, que quienes más les deben, menos se lo otorgan.
EliminarMuchas gracias Elda.
Un abrazo.
Excelente entrada me has maravillado
ResponderEliminarBuen sabado para vos
Muuy agradecido por tu reconocimiento.
EliminarBuen sábado igualmente.
Uno de tantos porque nunca se aprende.
ResponderEliminarSaludos,
J.
La verdad es que no.
EliminarSaludos.
Se puede considerar un caso leve seguramente.
ResponderEliminarUn abrazo.
La gente está muy crispada y casos como este seguro que suceden más de lo que pensamos.
ResponderEliminarPor ambas partes lo pasaron mal, menos mal que al final la cosa se arregló.
Un abrazo Alfred y feliz verano.
Puri
Así es, es moneda corriente, para desgracia del personal sanitario.
EliminarEsta vez sí acabo bien.
Un abrazo y feliz verano.
Besos Puri.
Muy bien, el incidente es un clásico de las urgencias, muy bien descrito.
ResponderEliminarMe gustan tus relatos son reales.
Un saludo
Muchas gracias Jesús.
EliminarMe alegra saberlo.
Un saludo.
Al menos se disculpó...
ResponderEliminar😂
Sí, ese consuelo nos queda ;)
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