Fotos tomadas del blog Neuriwoman
Música apropiada
Siguiendo una iniciativa de Neuriwoman sobre el uso de las mascarillas aporto mi colaboración.
Mascarillas para todos, Mona Lisa incluida.
Mascarillas para todos, Mona Lisa incluida.
Con la pandemia, vino el caos. Al principio todo el mundo se lo tomó un poco como las vacaciones de primavera. Incluso para los más adinerados un momento de inflexión y reencuentro familiar, con cierta laxitud en las obligaciones diarias.
Además se aceptaron con resignación todas las imposiciones dictadas por las autoridades en cuanto a confinamientos y horarios de salida.
Luego, cuando se vio que lo peor había pasado, tras mucha gente infectada y con los mayores desaparecidos por ser los más vulnerables, todo el mundo empezó a invadir terrazas y lugares públicos de asueto, los más jóvenes sus plazas de botellón, los pequeños las zonas de juegos y los mayores, los bares.
Luego llegó lo que tenía que pasar, tanta relación social sin medidas cautelares, reavivó el contagio, el famoso efecto rebrote esperado para el otoño nos llega adelantado en plena campaña veraniega.
Al menos ahora estamos mejor abastecidos y ya hay mascarillas en todas las farmacias, de varios modelos y precios e incluso las tiendas de moda las ofrecen a juego con otros complementos del vestir.
Con las nuevas normativas sanitarias, hay que llevar mascarilla sí o sí, bajo la amenaza de una considerable multa disuasoria.
Por ello hasta los elementos inanimados son víctimas del celo desplegado por responsables de locales públicos para enmascarar a todo bicho viviente o su representación gráfica.
Pero claro, llevarla siempre puesta para algunos desaprensivos es algo incómodo, por ello suelen desprenderse de ella en cuanto se sienten sin vigilancia, en el calor de la noche, por ejemplo, dejándola abandonada allí donde las prisas se imponen.
Para los profesionales acostumbrados a su uso no representa ningún problema, más allá de que su utilización se ha prolongado mucho más en horas y ambientes.
Pero no hace falta en pensar en sanitarios y médicos, si no en todos aquellos que desarrollan su oficio de forma discreta, más bien digamos de incógnito.
Pero nos molesta enormemente ver todas esas mascarillas inutilizadas, dejadas en cualquier rincón de nuestras calles con lo poco que cuesta tirarlas al correspondiente contenedor gris de basura.
Con todas las restricciones que hay y con la poca actividad económica actual, hay actividades que han dejado de ser rentables. Pero aun así cumplimos fielmente con nuestro cometido y las normas higiénicas.
Esto de atracar un banco, cada día está más complicado, pero hay que mantenerse fiel al oficio.
En resumen, usa mascarillas en todo momento y lugar y una vez usadas, repito: ¡Tíralas al contenedor gris!
¡Gracias!
¡Gracias!