CASTAÑADA
Por estos lares celebramos una fiesta tradicional en la que
gente amiga se reúne para comer boniatos, castañas y panellets, regado con un buen vino moscatel.
Lo que tomes antes y después puede enriquecer la fiesta,
pero lo principal es eso, que además es lo que la tradición manda.
Ahora nos ha llegado la moda de enriquecer estas fechas con
las costumbres foráneas que nos vienen del otro lado del atlántico.
En algunos casos complementando las nuestras y en otros sustituyéndolas por considerarlas más modernas. Lo de los disfraces y el truco o trato, resulta más peliculero.
En algunos casos complementando las nuestras y en otros sustituyéndolas por considerarlas más modernas. Lo de los disfraces y el truco o trato, resulta más peliculero.
Por edad y convicciones soy más tradicional y por suerte,
en ello me siento bien acompañado.
En estas fechas se honran a los muertos, a todos aquellos
familiares y amigos que nos han precedido en el deambular por este mundo.
De este modo lo celebramos entre amigos, donde nos consolamos y de paso nos sentimos más vivos.
De este modo lo celebramos entre amigos, donde nos consolamos y de paso nos sentimos más vivos.
Hay que espantar los fantasmas de la muerte ahora que aun
estamos cuerdos y nos creemos seguros.
Así que me dirigía al encuentro de mi cena de castañada en la casa de unos buenos amigos, que tenían a bien tenerme en cuenta en este tipo de celebraciones.
Así que me dirigía al encuentro de mi cena de castañada en la casa de unos buenos amigos, que tenían a bien tenerme en cuenta en este tipo de celebraciones.
No hacia el fresco
necesario para que a pesar del tiempo en el que ya estábamos, se pudiera tomar
uno, sus buenas castañas calentitas, pero me gusta cumplir con lo
tradicional.
Lo de que en el día
señalado haga un frío pelón ha pasado a la historia, como las viejas
castañeras con su pañuelo a cuadros en la cabeza, su delantal a raya y su
espátula removiendo castañas y boniatos sobre las brasas.
Ahora te encuentras
con un inmigrante (con los debidos respetos) venido de zonas cálidas, que
apenas sabe de qué va la cosa y se limita a tener su oferta lo suficientemente
quemada para que te parezca cocida.
Luego la introduce en un cucurucho hecho con hojas de periódico, (normalmente desinformados de forma tendenciosa según moda vigente).
Es lo único que se conserva de la tradición ancestral vista con ojos del niño que fui hace unos cuantos años.
Luego la introduce en un cucurucho hecho con hojas de periódico, (normalmente desinformados de forma tendenciosa según moda vigente).
Es lo único que se conserva de la tradición ancestral vista con ojos del niño que fui hace unos cuantos años.
A pesar de
todo la tradición manda y me agencié uno
de dichos cucuruchos, ya que los
boniatos me gustan menos, mientras iba camino de una de esas cenas de amigos.
Notaba el calorcito en el bolsillo de la chaqueta
mientras pagaba a precio de oro unas
raquíticas castañas bien quemaditas por fuera.
Tras recibir el cambio y darnos las buenas noches, seguí
en mi lento caminar por la ciudad, cada vez más desconocida para mí o para los
recuerdos que de ella tenía.
Tan ensimismado estaba, que casí tropiezo con una joven
que se me había parado delante para indicarme algo que no llegaba a conprender
del todo, o ella o yo eramos extranjeros sin saber comunicarnos, pero parecía
que tenía alguna necesidad urgente, material o no, la cosa no me quedó clara.
Para romper el embarazo de la situación se me ocurrió
ofrecerle castañas mostrándole el cucurucho para que cogiera una.
Se quedó mirando el papel de periódico e introdujo sus dedos para coger una, cuando se percató de que iba la cosa.
Le hice mímicamente las indicaciones de como se pelaban antes de comerlas, pues hay que pelarlas dos veces.
Se quedó mirando el papel de periódico e introdujo sus dedos para coger una, cuando se percató de que iba la cosa.
Le hice mímicamente las indicaciones de como se pelaban antes de comerlas, pues hay que pelarlas dos veces.
Tras quedarme con los dedos ennegrecidos con una castaña
bien pelada, me la fui comiendo mientras ella empezaba la operación con la suya.
No sé si le gusto más la operación de pelarla o la de
comerla pero quiso repetir y me solicitó con gestos otra oprtunidad, la cual le
concedí al momento, daba igual si me presentaba en casa con o sin castañas,
nadie se iba a enterar.
Fuimos repitendo la operación varias veces , cada una con
más rapidez que la anterior e hicimos una buena montañita de residuo orgánico a
nuestros pies.
Al final estaba saturado de tanta castaña y ella también
se cansó. No me había parecido que el paquete diese para tanto, pero seguía
haciendo el mismo bulto que al meterlas en el bolsillo.
Luego ella me saco una tarjeta, señalando una dirección a
la que parece ser quería ir, estaba cerca y se lo indique a lo indio, me lo
agradeció de la misma forma y desapareció.
Me quedé mirando como se alejaba, a la vez que observaba
el montocito de pieles en el suelo, eche un vistazo hacia la garita del
castañero, pero no ví nada.
Seguí caminando tranquilamente hacia la casa de mis
amigos, esperando encontrarme con alguna joven que quisiera compartir unas castañas siempre calientes.
Barcelona, 31 Octubre 2019