Concierto con piano
Dadas las fechas en que estamos, previas al inicio de una
campaña electoral, que hace ni se sabe que empezó; comunico mi sana intención,
de no poner nada que pueda adoctrinar, incidir, manipular, condicionar, el
libre albedrío en la voluntad popular...perdón quise decir...
ciudadana...perdón otra vez... digamos social... no, no perdón, me refiero a la
voluntad del libre... o no, libre no, que desmán, estos ácratas siempre se
cuelan, ya se sabe.
Bueno pues eso, que cada cual vote lo que le dé la gana.
Nos llaman a votar, a participar en la gran fiesta de la
democracia, (sinceramente siempre me ha sonado muy cursi esta definición) para
luego reírse de nosotros.
Ya se sabe que las declaraciones programáticas sólo son eso,
unas declaraciones de intenciones que no obligan a nada, (eso quiere decir que se
puede mentir impunemente, no es un contrato de obligado cumplimiento) y a vivir
que son dos días, bueno teóricamente cuatro años con todo pagado, pues aparte
del sueldecito hay dietas y complementos varios, no fuera el caso de tener a
los señores diputados desatendidos.
Me pregunto para qué va a servir mi voto, si lo más posible
es para nada.
Se vota a gente que va con el miedo puesto y la mirada en el
retrovisor.
Poco proyecto de futuro y muchos fantasmas del pasado.
Unos que se han leído cuatro libros y se creen que tiene la
llave de la revolución permanente.
Otros que no han leído ninguno pero han sabido comprar a buen
precio diplomas que visten.
Los de la verdad por delante, escondiendo sus vergüenzas y
sacando a pasear a sus budas propios, que encima van en contra del cabeza de
cartel.
Los ambiciosos y modernos, vendiendo camisas de colores,
intercambiables al momento.
Los nostálgicos, sacando las aventuras de Roberto Alcázar y
Pedrín, con gran despliegue de banderas y ningún complejo cañí.
Más todos aquellos que miran de quedarse alguna migaja del pastel
repartido y que por estar en la periferia poco les llega.
Las promesas como las papeletas se las llevará el viento,
desaparecerán al tiempo que se reparten carteras y se forman gobiernos, con
caras sonrientes y mentiras puestas.
Luego empezará otra vez el rifirrafe cavernario, en la
sacrosanta ágora de las palabras, las ideas, los proyectos para hacer la vida
mejor para todos. ¿Todos? O solo unos cuantos, como siempre.
Palabras, ideas, propuestas, rebotarán por las paredes del
congreso y serán ávidamente atrapadas por los micros, pues las señorías
teóricamente receptoras estarán al pairo gracias a la sacrosanta siesta, muy,
pero muy, española.
Lo único que tengo claro, es que se me va a hacer muy largo,
todo este período.
En definitiva nos quedará la piel de toro, hollada por los
caballos del Cid Campeador y de El Tempranillo, sembrada de navajas, muchas navajas.
Barcelona 25 Febrero 2019