Foto cortesia de I.C.C.
Lisas
El sordo ruido del caer de un bulto indefinido a
las aguas del puerto en este atardecer otoñal, sólo atrae la sorda atención
de las lisas del puerto.
Siempre prestas a beneficiarse, de todo aquello
que les lanzan esos seres tan curiosos y
numerosos, que deambulan por el muelle.
Pero a esa hora en que la penumbra se va cerniendo
sobre el muelle, hace rato que se han ausentado turistas y paseantes
autóctonos con ganas de serlo, pero que se conforman con parecerlo en su propia
ciudad.
Si no, de qué se iban a estar por aquella zona,
tan masificada durante el día.
Respirando cien olores diferentes, de los numerosos puestos de artículos más o menos comestibles, siempre en oferta.
Respirando cien olores diferentes, de los numerosos puestos de artículos más o menos comestibles, siempre en oferta.
Pero a esta hora, ya no hay nada de ese
bullicio, ni de olores, ni siquiera queda personal de los que recogen los
tenderetes de artesanías multiculturales procedentes todas ellas de la misma
frontera.
Acostumbradas a comer cualquier cosa, a las
lisas no les importa mordisquear las orejas de aquel ser, recién introducido en
las frescas aguas portuarias.
El sonido del entrechocar cabos con los palos, de
los innumerables yates que se hacinan como bancos de sardinas, apenas
amortigua ese sonido característico del caer de un cuerpo inerte en el agua.
Pero ahí está él, donde no debe, para ver lo
que no le conviene.
Si se hubiera podido acercar al bañista accidental,
su cara no le hubiera pasado desapercibida, hay banqueros casi tan famosos como
los roqueros más afamados.
Este había salido últimamente mucho más de lo
estrictamente oportuno, en los telediarios durante todo un mes de un proceso,
nada satisfactorio para los factótums, que gobiernan en la sombra.
Ya no era uno de ellos y el hablar demasiado
conlleva la frialdad de un baño nocturno con exceso de peso en el equipaje.
Nuestro hombre sólo vio el alboroto de las lisas
acudiendo prestas al reclamo de un posible alimento. Y sintió con mucho más
dolor el hecho de su curiosidad fuera de tiempo.
Al siguiente chapoteo en las tranquilas aguas
portuarias, ninguno de los habitantes instalados en los yates, (ya se sabe que el precio de los pisos, ha promocionado su uso cómo vivienda), osa siquiera asomarse por la borda.
Barcelona, 9 Octubre 2018
Al más puro estilo novela negra y con Miles de fondo ya la combinación perfecta para querer saber más, indagar más...
ResponderEliminarBesines.
Es que no se puede poner cualquier música. :)
EliminarNo indague más...no es recomendable.
Besines.
Cuanto desconocemos de las cloacas el común de los mortales. Y gracias a dios.
ResponderEliminarMe han dado ganas de un paseito por ese puerto al leer tu introducción!
Besitos
Los mortales comunes y corrientes en realidad no nos enteramos de nada.
EliminarEso está bien, un paseito en una soleada tarde otoñal, es de lo más agradable.
Besitos.
Que mal final tuvo , quiso ser testigo de primera linea , y mira tú como acabo , muy buen relato amigo mio , besos de flor.
ResponderEliminarYa ves, por asomarse a destiempo :)
EliminarMuchas gracias.
Besos Flor.
Qué muerte más terrible tuvo!!!
ResponderEliminarQuizás fue el karma, aparte de su poca discreción...
Saludos.
Hay algunas muertes más tétricas que otras. Estos no tuvieron a la famila alrededor. Maldito kharma!
EliminarSaludos.
Un trágico final, para un pintoresco lugar. Besos!!
ResponderEliminarSi ya ves, de sitio de esparcimiento familiar por la tarde a cementerio clandestino por la noche.
EliminarBesos.
Me ha gustado la cadencia y el estilo de novela negra... Lo que para algunos puede ser lugar de paseo y diversión puede ser la tumba de otros...
ResponderEliminarA saber qué habrá oculto en los sitios que visitamos a diario, ¿verdad?
Muchas gracias, objetivo cumplido :)
EliminarCuantas veces paseamos por lugares llenos de vida en la que no sabemos su lado oscuro.
Ciertamente Beauséant.
La muerte está alrededor nuestro continuamente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué duro y qué bien contado. Mis felicitaciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Encuentro que el agua en un elemento blando. :)
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Por la boca muere el pez (gordo)
ResponderEliminarFue lo primero que se me vino a la cabeza, y creo que muy oportuno para la historia.
Un beso
Sí, está muy bien hallado.
EliminarUn beso.
Que escalofrío al final, con lo distraída que estaba yo paseando por la zona portuaria a esas horas de la tarde observando lo bueno del lugar, de la mano de tu estupenda narración. En fin, cosas que pasan...
ResponderEliminarMe gustó leerte Alfred.
Un abrazo.
En cualquier bello rincón se puede desatar la desesperanza.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Un final bien merecido, pudiera ser, ese plof oscuro y contundente ante un paseante despistado, dejando atrás los laureles de un pasado. Claro, nadie vió nada, ni escuchó nada. Tan solo las lisas mordisqueando las orejas del bañista lastrado.
ResponderEliminarMuy bueno, Alfred. Un hallazgo en esta mañana. Un beso
No sé si para el pobre diablo que vió lo que no debía, será merecido. Las lisas a lo suyo.
EliminarMuchas gracias Albada Dos.
Un beso.
Que pena que tan bello lugar tenga ese final.
ResponderEliminarExcelente Alfred.
Feliz tarde.
No te apenes Carmen, por la mañana volverá a estar la mar de lindo.
EliminarMuchas gracias.
Buena tarde.
Hola Alfred!
ResponderEliminarUnas palabras muy bien buscadas y con elegancia, para describir algo tan horrible. Me alegro de no haber estado en el puerto.
Hola Enric!
EliminarMuchas gracias. Siempre ocurren cosas desagradables a nuestro alrededor, pero apenas nos enteramos.
¡¡Que miedo Alfred sim se cae uno sin darse cuenta!!
ResponderEliminarSi vuelvo algún día a Barcelona (cosa que me agradaría mucho), no me arrimaré al muelle y mucho menos al atardecer.
Un abrazo.
Que exagerada eres, con lo bien que se está por el puerto en la tranquilidad del anochecer...
EliminarUn abrazo.
Hola amigo...gracias por tu compañía y el reloj corre que se mata , el día
ResponderEliminary la noche se me antoja que corren demasiado.
Un gran abrazo.
Gracias a ti amiga. El tiempo no respeta nada.
EliminarUn abrazo grande.
No se si es un tipo de pescado Alfred.
ResponderEliminarBesos.
Interesante relato.
Es lo, Amapola. :)
EliminarBesos.
Gracias!
Hola ALfred, que bien narrado todo el proceso, ese cuerpo pasto de las lisas no sabemos si alguien lo echará en falta.
ResponderEliminarBesos
Puri
Hola Puri, muchas gracias. Desconozco ese punto. Pudiera ser que deja una viuda desconsolada, que aun no sabe que lo es y ante su desaparición seguro que el descuensuelo, el quedarse sin poder cobrar del seguro, le atenazará muy pronto :)
EliminarBesos.
Yo siempre al oir de las lisas en boca de mi padre nunca supe porque me daban risa
ResponderEliminarLas lisas dan risas...tiene gracia...no?
EliminarCuando voy al Puerto Deportivo de mi Ciudad y veo a las lisas entre los barcos, los que citas en tu entrada, me encanta echarles comida y ver como se deslizan hacia ella.
ResponderEliminarInteresante entrada.
Un abrazo
En los puertos están es su hábitat preferido. Además, cómo comentas, les dan de comer los paseantes.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Muy fuerte... pero sucede. Y tal parece que esto es real.
ResponderEliminarAbrazo.
Con lo que ha aparecido referente al periodista Khashoggi, sólo puedo decirte que la realidad siempre supera a la ficción...en mucho.
EliminarAbrazo.
Alfred ,un placer recibirte por mi blog, también yo vengo gustosa a verte al tuyo que al tratarse de cosas del mar ,es muy hermoso pero ahora no lo visito...he leído algo de lisas y creo que se trata de un pescado, jaja eso creo.
ResponderEliminarBueno un abrazo con cariño.
Hola! Bienvenida! Son unos peces que prioritariamente se encuentran en los puertos, en aguas protegidas.
EliminarUn abrazo.
Chof! uno menos...
ResponderEliminarSabes? En la Albufera de Valencia (yo soy de por allí) hay muchas lisas!
; )
Besos.
Mejor no me acerco, por si acaso. ;)
EliminarBesos.
Y Miles Davis tocando terciopelo...qué contraste...
ResponderEliminarA que sí, pero una delicia.
EliminarBesos.