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Tras el traslado
La operación búsqueda, encuentro, mudanza e instalación
está a punto de completarse.
Tras
arduos esfuerzos, con crisis de desasosiego incluida, ante la desesperanza por
no encontrar algo mínimamente decente a un precio asequible, dentro de los
límites de la ciudad, al fin puedo anunciar:
¡Ya
tengo vivienda!
Al
menos por un tiempo de tres años, que es lo que últimamente duran ahora los contratos de alquiler.
Puedo
dar fe, que es así en las mejores condiciones, pues hay quien firma por menos.
Todo depende del grado de confianza que irradies y de las ganas de la propiedad
por tener siempre disponible la vivienda, por si hay cambios que le representen
la obtención de un mejor beneficio.
Así
las cosas, el desmontar una vivienda, mudarse a otra y acondicionarla, pintándola y esas
cosas que se hacen al entrar en un nuevo piso, te provocan un estrés, que no es
moco de pavo.
A
pesar de que te acostumbras a vivir entre cajas y a buscar las cosas, siguiendo
las pistas que tú mismo has dejado por escrito, para que lo comprenda el indio
que fuiste de pequeño, la cosa muy cómoda no es.
Acabas
trasladando las montañas artificiales, cuál dunas movidas por una fe que
desconocías poseer, para poder despejar lo mínimo que permita acceder a esa pared rosa palo desvaído, que no
sabes a quién en su sano juicio se le ocurrió pintar.
A no
ser, todo es posible, que estuviera bajo los efectos de un alucinógeno, lo cual
no puede servir de eximente ante un buen togado mesetario.
De
forma que arremeto con un rodillo bien untado de una impoluta pintura cuyo
blanco no ofrece ninguna duda de la neutralidad de los habitantes.
Podemos
haber traído algún elemento nocivo, una pulga infecciosa, un roedor escondido
entre las cajas de la cocina, una cucaracha con veleidades literarias, nunca se
sabe.
El
estar leyendo La peste del insigne Albert Camus, me hace delirar más de la
cuenta, dada la paranoia que se vive por nuestros lares últimamente.
Parece,
que lo que era válido tras los desgraciados efectos desbastadores, que el
enfrentamiento europeo produjo en la fértil mente del escritor, siguen
plenamente vigentes hoy en día.
La
peste nos puede atacar de nuevo, hay quien se relame solo de pensarlo, pues le
puede dar los beneficios de una tajada importante en sus mezquinas aspiraciones
políticas cortoplacistas.
Junio
2018