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Órgano (Cómo funciona)
Tocata y fuga en Re menor de J.S. Bach
Interpretada por Karl Richter
Es
media tarde, la luz ya se introduce levemente en la vieja iglesia, mientras
suena insistente una nota, prolongada exageradamente, para extrañeza de las
pocas personas presentes en el templo, admirando sus bellas líneas góticas.
Al
padre Anselmo, apartado por su provecta edad, de las servidumbres del coro y de
la cuestión musical en el monasterio, se le hacía interminable las tardes sin
acción, a las que estaba últimamente digamos condenado, según su íntimo
parecer.
Por
ello no hacía más que pasearse por la iglesia y más concretamente por el
órgano, para saber de su buen funcionamiento y de que estuviera en pleno estado
de uso en todo momento.
Como
sabían de sus manías, en la comunidad le dejaban hacer, sin ponerle más trabas
de las necesarias, en sus paseos digamos de control, que nadie consideraba
necesarios.
El
órgano, un aparato que había visto pasar por su teclado, muchas generaciones de
buenos instrumentistas, todos ellos totalmente reverentes en las formas de uso
de tan magnífico instrumento, parecía sentir una debilidad por aquel penúltimo
encargado de su cuidado, pues en los conciertos vespertinos, soltaba alguna nota
desafinada, cruda y extremadamente aguda, para desconsuelo del teclista y
llanto de nuestro viejo padre protagonista.
Así
las cosas, el padre Anselmo, se sintió en la obligación de averiguar qué le
pasaba al órgano y nadie en toda la congregación, se sintió autorizado para
evitarlo, incluido el padre abad.
Lo
bueno del caso es que en sus manos, las pruebas de sonido, seguían saliendo
perfectas, con todo el esplendor y magnificencia que estos aparatos le dan a
las partituras.
El
padre estaba despistado, observaba cuando en las manos del joven nuevo
instrumentista, sonaba el fallo e inmediatamente él repetía la pieza y nada,
todo correcto, sonido perfecto.
Algunos
miembros de la comunidad, presentes en el momento de las audiciones, se reían
por lo bajo, a pesar de toda la respetabilidad que el lugar requería.
Con
todo esto se hizo imprescindible, buscar, llamar y hacer venir, a un respetable
experto en reparación, mantenimiento y restauración de órganos antiguos.
Pues
en el último funeral de un prohombre de la ciudad, en un momento sentimentalmente
álgido de la interpretación en curso, el viejo aparato soltó una nota
gallinácea, de corto vuelo y alto valor cómico, que hizo las delicias de los
chicos del coro.
El
padre Anselmo le explicaba con todo detalle, todas las peculiaridades del
extraordinario órgano, al maestro Romualdo, venido expresamente de allende de
las fronteras del país de nuestra querida basílica, anfitriona del sorprendente
instrumento.
Tras
un somero estudio, ocular y auditivo, el maestro no supo ver nada que pudiera
ser causante del fallo, digamos esporádico.
Con
lo cual se limitó a transmitirle al abad, la necesidad del desmontaje completo
y revisión a fondo de todos los tubos, conexiones, palancas, pedales,
botoneras…total muchos meses por delante y un precio elevado, demasiado elevado
para la congregación.
Y
más teniendo en cuenta que el fallo, cuando se producía, pues era sólo en
determinadas ocasiones, tampoco afectaba a todo el instrumento, sino a algunos
tubos de forma muy aleatoria.
Por
todo ello el abad, tomó la decisión de antes de comprometerse en nada, en
estudiar junto con las altas jerarquías de la orden, ver las
posibilidades de obtener alguna subvención oficial o bien una fuente de
mecenazgo, para poder intervenir.
Todas
estas cuestiones, parecían importar poco o nada, al que era el auténtico
responsable del desaguisado, encariñado con el antiguo organista, al que no
quería ver jubilado y por ello se entretenía en fastidiar las audiciones del
nuevo intérprete.
Se
limitaba a pasear con sus ojillos curiosos, relamiéndose sus finos bigotes,
mirando de pasar totalmente desapercibido.
Lucas,
se entretenía con su diminuto cuerpo cola incluida, en acortar el recorrido del
sonoro viento, por determinados tubos de fácil acceso, cambiando la nota del
mismo, a su entretenida voluntad.
Lucas
era un veterano ratón del monasterio, que supo agradecer las muestras de cariño
del viejo cascarrabias, que en vez de darle escobazos, le daba buenas piezas de
queso, ya que al pobre viejo no le gustaba nada, por cierto.
Pero
el hecho de que le desmontaran aquel laberinto de tubos sonoros, tampoco le
hacía mucha gracia, sabía leer los semblantes de las personas; así que permitió
una última audición, que fue correcta, del novato.
Barcelona,
7 Abril 2017.
Jajajajajaja. Eres la caña, más bien el tubo sonoro. Final sorprendente, al menos para mi. Lo del ratón un puntazo ;)
ResponderEliminarMe ha gustado, sabes atrapar en la lectura :)
Besines.
Jajaja!!! Me alegra leer esto. Si te ha gustado el objetivo está cumplido :)
EliminarBesines.
Sería un ratón colorao, que son los más listos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pues ahora que lo dices, podría ser. ;)
EliminarUn abrazo.
Jjajajaja el ratón travieso!
ResponderEliminarMuy bueno.
Buen fin de semana,besos.
Los ratones dan mucho juego en eso de inventarse cosas ;)
EliminarMuchas gracias!
Buen finde, besos.
Jajajaja, qué bueno. Qué lindo, Lucas, y mira que "en persona" me gustan poco.
ResponderEliminarBesos y feliz finde.
Ya ves, aquí sólo es un bicho travieso ;)
EliminarBesos y buen finde.
Vaya con el ratón , no volvió locos a todo los monjes del convento de milagro ; creo que al final dejarnos el órgano como está sí no dan con el avisado ratón Lucas .
ResponderEliminarMe gusta mucho tú relato , te deseo un feliz fin de semana besos de flor .
Pd : Te puedo hacer una pregunta , sin animo de ofenderte ¿ Estas enfadado conmigo , he hecho o dicho algo que te haya molestado ? te lo digo por que te noto un poquito distante conmigo , te pido perdón por el daño que te haya podido ocasionar , pero no era mi intención .
Hola Flor, la verdad es que tienen la suerte de decide dejar de jugar con los tubos, en el fondo es buena persona, cómo todos los ratones literarios ;)
EliminarBesos.
En cuanto a tu Pd. Me sabe mal lo que dices, si te has tomado alguna respuesta mía en ese sentido, de verdad que lo siento y ha sido sin ninguna intención. No me tienes que pedir perdón por nada, en todo caso soy yo quién te lo pide.
EliminarBesos y buen finde.
Hola de nuevo , perdóname pero es que estoy un poquito sensible , pero medio esa impresión , en cuanto a tus respuestas nunca me ofenderte ya que eres todo un caballero y muy educado , y amable , perdóname vale , gracias por pasar por mi blog y dejar tú cariñoso comentario , yo también te deseo una feliz fin de semana besos de flor . Brindemos pues por está bella amistad y que duré muchos años .
EliminarBrindemos por ella, una buena amistad por muchos años :)
EliminarBesos.
Vaya con el ratoncillo, tenía sus preferencias muy marcadas.
ResponderEliminarSaludos Alfred
Es que los ratones son muy suyos y no les gustan los cambios, sobretodo si son a peor :)
EliminarSaludos y buen finde Conxita.
El ratón Lucas sabe latín.
ResponderEliminarNunca mejor dicho.
Saludos.
Podría presentarse para archivero mayor :)
EliminarSaludos.
LLeguen a ti mis deseos de:
ResponderEliminarBuena Semana Santa a todos!!!, que viváis de acuerdo a vuestros sentires y que los días sean de bien... estar.
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Nos vemos el domingo de Pascuas!!!!!!!
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Y... hasta ese momento que Dios los tenga en la palma de su mano!!!!
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Abu
Muchas gracias Abu! Que tengas una feliz Semana Santa!
EliminarUn abrazo.
Jjajaja muy bueno el giro. Tus relatos son muy originales,me encantan.
ResponderEliminarQue tengas una estupenda semana!
Muchas gracias Lopillas, me alegra te gusten ;)
EliminarFeliz Semana Santa!
Hola Alfred!
ResponderEliminarUn escrito simpático, original y genial. Los ratoncitos nunca son fieles , pero éste es un caso excepcional.
Hola Enric!
EliminarMuchas gracias, si los ratoncillos suelen ir a la suya, pero este es un caso excepcional.
Un relato Alfred, que mantiene la incógnita hasta casi el final mira por donde el ratón se las sabía todas y le gustaba el cambio.
ResponderEliminarBonito relato ALfred.
Besos
Puri
Hola Puri!
EliminarEs que estos ratones de abadía, se las saben todas y además en latín ;)
Besos.
jajaja, que buen relato, ese ratoncillo, no solo sabe latín, sabe todos los idiomas, hay excepciones por todas partes, hasta en estos ratoncitos. Sabes más que las ratas coloras, jejeje.
ResponderEliminarMe ha encantado leerte.
Besos Alfred.
Un ratón inteligente que juega con la congregación. Podría ser un ratón colorao ;)
EliminarMuchas gracias!
Besos Carmen.
Hola Alfred, nos has regalado a un ratoncillo tan simpático como sabio, me gustó el relato, eres la repera.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias mari carmen, me alegra que te guste ;)
EliminarUn abrazo.
le has dado al clavo
ResponderEliminarjusto uno pretende asustar o correr a esos animalitos por cobarde que es uno pero ellos no entienden castellano!
Muchas gracias!
EliminarUn saludo Jo.
Jajaja, todo me esperé que sucediera al final de tu historia, menos al ratón. Muy bueno.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Sara, veo que te sorprendí. :)
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Un relato muy divertido! Lucas todo un personaje que se lleva los aplausos! Gracias por sumarte! Un abrazo
ResponderEliminarGracias a ti.
EliminarLo consideré simpático ;)
Un abrazo.
Ese ratoncito, qué buen contrapunto.
ResponderEliminarUn beso
Uno un tanto travieso, pero por trozo de queso...
EliminarUn beso.
Según sea la escala, el órgano resultaba ser un instrumento de distinción para el organista y un laberinto de entretenimiento para el ratón travieso! Divertida historia
ResponderEliminarLe quitaron al ratón su fuente de suministro y boicoteó al sucesor.
EliminarDigamos que hacía unas fugas especiales.
Muchas gracias.
Vaya con el ratoncito qué travieso.
ResponderEliminarMira te ha servido para unirte a la iniciativa de Sindel, qué bueno.
Muchos besos.
Ya ves tú lo que hace un trato generoso.
EliminarPues sí ;)
Muchos besos María.
Muy entretenido tu relato, he pasado un buen rato al leerlo.
ResponderEliminarMe alegra saberlo, muchas gracias Tracy.
EliminarPor un momento llegaron a gustarme los ratoncitos, más propiamente dicho, me gustó Lucas
ResponderEliminarUn abrazo