Foto gentileza de I.C.
Las
suaves sombras de la noche se han adueñado de todo, salvo esa pequeña penumbra
que una luna aun por coronarse, propicia de forma altruista, para evitar el
tropiezo innecesario.
Un
camino empedrado hace resonar todos nuestros pasos, como si fuéramos
importantes, cuando es un simple paseo y
no el viaje al cadalso.
Pues
eso es lo que nos espera, más tarde o más temprano, la sentencia está dictada y
el día de la ejecución por establecer, se ve que el juez no tiene prisa o
tiempo para determinarlo.
Mientras
arrastro las cadenas, cual vasallo que soy, que me atan a este mundo absurdo, en
una sociedad donde la virtud es no comprometerse y la gallardía en ser capaz de
estafar más y mejor.
A
pie de calle las cloacas huelen intensamente, como corresponde a los tiempos
previos de tormenta, aunque esta no acabe de venir.
Los
cirios lloran en las iglesias al ver en que se han convertido sus tutores y por
el miedo que tienen al ver como son sustituidos por luces de colores encendidas
al mejor postor.
Las
olas limpian todos los pies, sean pecadores o virtuosos, pues no hacen
disquisiciones sobre la inmundicia que les acompaña.
Las
hermosas sonrisas planificadas, llenan el día de dicha y permiten recorrer las
horas con alegres sensaciones, esperando triunfar una noche más.
Los
bailes se suceden, haya o no música, pues lo importante es el movimiento y no
el espíritu que lo promueve.
Las
máscaras nos descubren la belleza oculta de unas buenas facciones por
descubrir.
Solo
la amenaza de un nuevo día, nos asusta lo suficiente para resguardarnos en
nuestras madrigueras, bien ocultos para que el brazo vengador no venga a por
nosotros.
Acompañados
de un buen acopio de momentos importantes, escondemos miserias propias y
ajenas, para intercambio de cromos en horas de abulia existencial.
Sarrià,
26 Febrero 2017.