Esperando el tren (Fotos de I.C.)
Sentado
en mi asiento en el tren, me quedo contemplando, como siempre, todo lo que hay
a mi alrededor.
Esos
seres que me acompañan por un breve periodo de mi vida, de los que no sé nada y seguiré
sin saber, al fin del trayecto.
Pero
en vez de ensimismarme en la pantallita, se me antoja más enriquecedor,
contemplar mi entorno humano.
Justo
enfrente tengo una mujer relativamente joven, digo relativamente, por qué solo
veo su cara, asomada a un pañuelo que le envuelve toda la cabeza y lleva un
vestido en plan saco hasta los pies. No tiene figura, sólo cara, parece joven,
sí.
A
su lado va un hombre poco mayor que yo, enfundado en un anorak rojo, gafas de
varillas chillonas con los auriculares puestos, cuya sonoridad le dan un aire
de ensimismamiento bajo una gorra calada hasta las orejas, digamos un viejo
moderno.
Entra
en el vagón, un acordeonista se supone del cono sur, que en plan estridente,
toca los acordes con más voluntad que acierto, mientras desgañita y de paso
destroza un conocido tango. Evidentemente ante la indiferencia generalizada por
la presencia de su persona y su arte.
Al
acabar se saca su gorra, donde pretende que depositen unas monedas, mientras la
va mostrando frente todos los asientos, con escaso éxito, también en este
apartado.
A
mi lado una maciza con pinta de brasileña exuberante, rubia teñida deduzco por
su morenez, también con sus auriculares puestos y concentrada en dar respuesta
a los múltiples mensajes que va recibiendo. Su mini escasa falda, nos muestra
un muslamen muy coloreado, donde reina un tatuaje inmenso, acorde con las
dimensiones que exhibe grácilmente.
El
pobre negro, que tengo más adelante, no ceja en su intento, mientras lleva la
cabeza con el ritmo de lo que escucha, de mirar muslamen, tatuaje y algo más
que en su diagonal se ofrezca.
Sentados
a mi vera, alineados a mi izquierda, un joven dormita apoyado en la ventana del
convoy, su atuendo no hace adivinar su procedencia, las modas son muy
dictatoriales y mezclan mucho, más por barrios que por procedencias,
digamos tranquilamente que podría ser de
Sebastopol, aparentemente nada indicaría lo contrario.
A
su lado, una señora no deja de mirar su pantallita, como esperando
instrucciones, mirar de reojo al joven agarrando su bolso con fuerza y
observando desconcertada los rezos del negro negrísimo que tiene enfrente.
Este
negro, muy negro, que no se ha decoloreado en su estancia entre nosotros,
pobres lechuguinos blanqueados, sentado con la vista desconcertada, sin querer
mirar nada pecaminoso de su entorno, musita mientras sus dedos hacen avanzar
una suerte de collar de cuentas, similar a los rosarios de nuestra infancia.
Un
hombre juvenil, de andar arrastrado, tras muchos pasos a ninguna parte, va
depositando en cada ventana, apoyado en el alfeizar, una suerte de estampa, con
una petición de auxilio económico, para cubrir sus necesidades familiares,
dando como compensación, unos pañuelos de papel.
Nadie
presta atención al paquete, ni se mira el letrero, una mujer de buena
presencia, me refiero a un aspecto saludable, envuelto en una vestimenta
adecuada a su posible edad, ya se sabe nada demasiado estridente ni tampoco muy
serio que envejezca, contempla con la mirada perdida, a saber qué.
Me
siento un poco desconcertado, el tipo de gente ha ido variando con los años, ya
no somos los más, lo que era normal hasta hace relativamente poco, se va
convirtiendo en una minoría curiosa, que impone su forma de vivir a los recién
llegados, por cuanto tiempo no lo sé.
Me
recuerda los paseo por el Londres ochentero, en donde nos asombrábamos de la cantidad
de etnias que convivían en la gran urbe, cuando por aquí nos girábamos al ver
una tez oscura y allí en cambio nada sorprendía por más colorido fuera el
turbante, la barba, las chilabas, o el sari.
Realmente
me he sentido diferente, dentro de mi aparente normalidad, dentro de los
criterios que represento o no.
Cargados
con nuestras mochilas, acudimos a nuestros centros de actividad, olvidando una
vez más a los compañeros de viaje.
Barcelona,
14 Noviembre 2016.
Jajajajajajaja. No puedo evitar reirme. Estoy visualizándote allí y me digo; leeremos en otro blog algo así y definiendo, había un señor serio sentado, que observaba a todo el mundo, estaba indeciso entre la del muslamen tatuado, la vestida con un saco y la de aspecto saludable, pero creo que es bisexual porque también le echaba el ojo a un joven vendedor de pañuelos y a un negro, la verdad es que lo observaba todo y he llegado a pensar que era un espía...o un detective privado que ha contratado mi amante :)
ResponderEliminarY sí, ahora hay más color, más mezcla cultural, pero eso está bien...no hace que seamos menos nosotros, sino un nosotros más enriquecidos.
Besinessssssss
Pues ya te puedes poner. A ver como me muestras de forma convincente ;)
EliminarHa cambiado un montón la sociedad en la que estamos viviendo, tanto en las grandes ciudades como en las zonas más rurales, esto es imparable. Puede ser, falta que queramos enriquecernos con lo que viene de fuera.
Besines!
No me tientes ;)
EliminarLa/s foto/s como siempre genial...
Había visto bien, verdad?
Besines
Va sí...porfa...atrevete!!!
EliminarLas fotos de Inma son muy buenas, me ayudan a darle el toque a lo que pongo.
No, he cambiado el orden y he añadido fotos.
Besines.
No sé cómo te ha dado tiempo a observar tantas personas teniendo a tu lado ese pedazo de brasileña.
ResponderEliminarUn abrazo.
Imagínate de que espécimen se trataba, pensamiento totalmente incorrecto, que no oso poner en voz alta.
EliminarUn abrazo.
Alguna vez me ha pasado aquí en Cataluña. No hace tanto me fui un día por un mercadillo y no se encontraba un español por ningún lado. Hasta me asusté, pues el mercado lo habían cambiado de sitio y no encontraba a quien preguntar que dónde estaba.
ResponderEliminarQué bien lo has explicado, Alfred.
Hola Tecla! Pues la cosa está así, si lo que coges es un metro en Barcelona, te quedas en minoría seguro.
EliminarMuchas gracias.
Vivo en una ciudad grande, inabarcable pienso a veces, y eso lo he notado mucho. Pasan los años y cada vez veo más variedad, más extremos.. la globalización que lo llaman ;)
ResponderEliminarBien cierto, a base de globalizar, vamos perdiendo identidad, todo se va convirtiendo en lo mismo, aburrimiento total.
Eliminar¿Cuántos de esos aparentemente distraídos pasajeros viendo a ningún lado te observaban para ser parte de sus compañeros de viaje? Olvidados al abrirse las puertas dejan atrás sus elucubraciones. Quién sabe.
ResponderEliminarMe guata imaginar. Tus relatos me ayudan a hacerlo.
Un abrazo Alfred
No lo sé Malque, me imagino que soy un espécimen curioso para ellos, pero no pierden el tiempo en mirarme, cada uno va a lo suyo, en eso da igual de donde sean.
EliminarMe alegra serte útil.
Un abrazo!
Así es.
ResponderEliminarCada vagón es un micromundo.
La globalización a nivel de personas.
Los jóvenes de ahora ya lo han conocido así.
Nosotros no.
Por eso aún nos llama la atención.
Saludos.
Lo global lo tenemos en casa y ha venido para quedarse.
EliminarSaludos.
Te mencionó PROZAC al hilo del reto que le habías hecho a partir de tu entrada ( te va a encantar cómo te ha dibujado en su blog jeje .. he saltado desde él al tuyo para indagar :- ) soy una curiosa irredenta y me alegro mucho haberme acercado - la verdad es que no sé si ya había recalado en tu blog alguna vez , sí te he visto en blogs amigos como el de XAVI y TECLA... en fin...yo voy a toda pastilla y me despisto fácil pero tu narrativa es muy agradable de leer... creo que es cierto que vivimos en un mundo multicultural y mejor nos acostumbramos y dejamos de recelar de lo diferente porque todas estas personas han venido para quedarse ... como nosotros en otros países, desgraciadamente no todo el mundo mira con la simpatía q tu a quienes les rodean ... deberíamos vacunarnos contra los prejuicios a lo diferente y disfrutar del colorido... creo q tú lo has sabido hacer. Muchas gracias!
ResponderEliminarHa sido un placer ALFRED!
Hola María, bienvenida! Veo que eres una persona curiosa y me alegra que te hayas dejado caer por aquí. Las sociedades tan cerradas y clasistas irán desapareciendo, y lo multicultural será lo definitivo, esto es así y no hay quién lo pare.Gracias a ti.
EliminarEl placer es mio.
Aquí en Madrid como es lógico también sucede,hay una multiculturalidad que antes pasaba mucho más desapercibida.
ResponderEliminarMe ha gustado tu viaje.
Yo ya estaría dándole vueltas a ese tango...
Besos.
jajaja!!! Tú siempre con la música y danza, bien hecho.
EliminarLa sociedad está cambiando, ya no son cuatro forasteros con barba en un barrio marginal, ahora están en todo tipo de lugares, en ciudades y pueblos, conviven con nosotros y muchos ya son nacidos aquí. Hemos de viajar juntos y hacerlo de la mejor manera posible.
Besos.
Pues es cierto, cuando se sube a un medio de transporte público, la mayoría de las personas que van en ellos, no son del país.
ResponderEliminarEl otro día en el metro, precisamente estaba yo fijándome y pensando lo mismo que tu has expuesto en este relato.
La variedad se ha impuesto en cualquier parte del mundo.
Un abrazo.
Hola Elda! Es lo que hay, aunque haya gente que se inhiba de su entorno contemplando la famosa pantallita :)
EliminarDicen que en la variedad está en gusto.
Un abrazo.
Es lo que nos toca vivir ahora, yo voy por la calla y ya no conozco a nadie. Y si, es cierto, el año pasado estuve yendo durante cuatro meses todos los días a Lorca, y ahora que te leo, me ha venido a la mente que tuve esa misma sensación.
ResponderEliminarUn abrazo Alfred, feliz tarde noche.
Hola Carmen! A veces nos sentimos como desubicados, vamos perdiendo los referentes de nuestro entorno, que nos rodea cambia y la gente es diferente, en todos los aspectos. Eso es así y nos hemos de acostumbrar a un país diferente y más plural.
EliminarUn abrazo y feliz noche.
Donde vivo todavía no es así, pero en muchas otras partes del país, andar fuera de casa es como ir rumbo a una convención internacional de algo.
ResponderEliminarMe hubiera gustado haber ido en el tren y verte, e imaginar qué tanto piensa ese español, que mira para todas partes con tanta atención, como un niño curioso, jajaja.
Un beso.
Hola Sara! Todo llega, más tarde que pronto pero todo llega, los movimientos migratorios van y vienen. De España se fue mucha gente en diversas oleadas y por causas diferentes. Ahora somos más receptores, aunque ha aflojado un poco y algunos con la crisis y los incentivos que les daban regresaron a sus países de origen. Pero ir en transporte público, es ver un poupurri de etnias, vestimentas y comportamientos de lo más variado. Soy curioso, me gusta observar. Muchas veces entro en locales solo para ver.
EliminarUn beso.
La variedad de los pasajeros, pero sobre todo la soledad que transpiramos son el signo de estos tiempos. Establecer, hoy en día, una relación con quien viaja cerca, es casi una misión imposible. Y es una pena.
ResponderEliminarUn beso
Los viajes en trenes me llevan a mi infancia y chavalería, aquellos tenían un encanto singular. Has hecho un relato que me gusta, parece que yo estaba allí dentro en el departapmento, lo he "visto".
EliminarGracias, Alfred, me has alegrado la mañana.
Un abrazo.
Hola Albada Dos! Bueno en trayectos cortos si es imposible establecer ningún tipo de relación, pero sino todo es posible y a veces muy enriquecedor.
EliminarUn beso.
Hola mari carmen!Pues que bien , que por un momento hayas recuperado las sensaciones juveniles, con toda la sorpresa que ello conlleva, encima con alegría. Me hace feliz saberlo :)
EliminarUn abrazo.
Hola Alfred!
ResponderEliminarUn tren muy variopinto y divertido, representa quizás, el momento actual de una vida que no sabemos a donde nos lleva.
Hola Enric! Muy variado sí, es el mundo al que nos encaminamos, por mucho que se empeñen algunos en evitarlo.
EliminarMe encantan los trenes y observar a los que me rodean, suponer e imaginar cosas acerca de sus vidas, su sentir. Me ha gustado mucho, me he sentido identificada, ¿era yo la que iba en el tren? y más bella es la idea que subyace, ese no saber adónde vamos, esa diversidad humana y de destinos...
ResponderEliminarBesos Alfred! ;)
Me gusta esa forma que tienes de ir por la vida, sabiendo que observamos mientras somos observados, yendo a ninguna parte moviéndonos sin parar.
EliminarBesos Sofya ;)
La tecnología nos esta convirtiendo en entes individualistas, como hipnotizados.
ResponderEliminarUn abrazo.
Abrazos.
Hola Rafael! Vivimos en un mundo tan global y conectado, que hemos dejado de hablar con el vecino de mesa.
EliminarUn abrazo.
Una descripción del momento muy gráfica con todo lujo de detalles, cualquier medio de locomoción publica hoy en día son un conglomerado de razas y situaciones variopintas.
ResponderEliminarUn abrazo Alfred.
Puri
Muchas gracias! Cierto, el mundo es un conglomerado muy variopinto.
EliminarBesos Puri!
Muy curiosa tu entrada. Es lo que yo hago en el gimnasio inventando profesiones a las personas y observándolas. Un abrazo.
ResponderEliminarHola Mara!
EliminarPues ya ves, somos dos mirando, observando e imaginado.
Un abrazo.
Vengo solo a agradecerte tus palabras de ánimo y a decirte que me han ayudado mucho.
ResponderEliminarYa estoy con vosotros, mis amigos blogueros, a los que tanto he echado de menos, espero continuar visitándote y comentándote, como hacía antes, con todo mi cariño y amistad.
Besos, feliz semana.
Me ha alegrado mucho tu retorno, señal de que te estás recuperando, motivo ilusionante para poder gozar de nuevo con rus textos y comentarios, siempre una agradable compañía.
EliminarGracias por tu cariño y amistad.
Besos y un muy feliz finde!
Hola, Alfred!
ResponderEliminarComo siempre tus textos son mto bién escritos y espalham a realidade ao teu redor.
Desta vez, hablas de una viagem en el tren, onde observas la pluralidade y diversidade dos passageiros.
Yo tb soy mto observadora y me gusta mirar sus rostos, sus ropas, enfim, lo possível y haço críticas, mentalmente, no sé se eradas ou ciertas.
El tren de qdo yo era nina, es mto diferente do k es hoy. Benéfico? Maléfico? No sei responderte, mi querido Alfred, pero creo k se gera una cierta insegurança y desconfiança tanto nas grandes cidades, como no interior.
El mondo está aberto, portanto, passam os bons y os maus.
Besitos y bom domingo.
Hola Ceu! Bienvenida una vez más!
EliminarMuchas gracias!
Las cosas han cambiado mucho desde nuestras infancias, será que nos hacemos mayores ? ;)
Besos y feliz domingo.
Me ha gustado ese viaje con los ojos bien abiertos para poder mirar todo lo que pasa a nuestro alrededor, esa multitud abigarrada que nos acompaña un ratito de nuestras vidas y a las que olvidamos al salir al anden. A mi también me gusta observar a mis compañeros de viaje e imaginar sus vidas, es muy interesante.
ResponderEliminarUn saludo y feliz domingo
Hola Conxita!
EliminarEstá claro que nos vamos observando unos a otros dialogando sólo con las miradas.
Un saludo y buen domingo para ti.
Aquí en Viena también pasa aunque supongo que menos que en Barcelona, ya que esto es más provinciano, pero en los últimos años se está volviendo muy cosmopolita. A mí me gusta.
ResponderEliminarBesos.
Creo que en todas las grandes ciudades o capitales se van a dar circunstancias parecidas.
EliminarBesos.
"diferente dentro de la aparente normalidad"
ResponderEliminarSí, y es qur no hay como observar, prestar atención a lo que nos rodea y damos forma sin querer ni pretender a través de un cúmulo de sucesivos actos, propósitos y despropósitos,
Dejar de mirar pantallitas y respirar cotidianidad.
Un abrazo de luz , siempre
Gracias AtHeNeA!
EliminarUn abrazo iluminado.
Me ha encantado leerte. Además ese viaje me suena... Mi pareja me cuenta casi lo mismo con palabras parecidas. Saludos
ResponderEliminarHola Reina! Son lugares comunes de los que solemos sacar las mismas conclusiones ;)
EliminarSaludos.