El Ángelus de J-F. Millet 1859
Tus fechas se
convirtieron en mis fechas, cada minuto tuyo era disfrutado plenamente por todo mi ser.
Y ahora forman
parte de mi calendario, sin ningunas ganas de prescindir de ellas, sino
tenerlas bien presentes para recordarte mejor.
Han caído
muchas lluvias y hojas y vuelve a reinar otra primavera, tu estación, la que marcaba
tus ciclos vitales.
Solo que ahora,
en tu ausencia, me queda únicamente recordar, disfrutar de cada uno de los momentos pasados juntos,
una vez hecho el esfuerzo, imposible de
conseguir, borrar el último.
Irán pasando
los años, con sus fechas onomásticas como esta y mi reacción será similar,
mirar la luna y recordarte.
Con esa gracia que tiene de decantar solo los buenos recuerdos, que los malos,
poco si hubo, se perdieron en el olvido de los desencuentros.
Hablaremos de
ti, de tu vitalidad, energía, exigencia, pasión, que ponías en cada una de las
cosas que hacías, con las que disfrutabas.
Cada año tus
logros los magnificamos más porque te echamos de menos, son más las necesidades de ti, de tu compañía, por tiempo que pase, o
quizás por su culpa.
Es lo que tienen
las cosas familiares, recordar lo que dirías o harías ante las cosas que se
suceden ahora, porque sigues participando con nosotros de ellas.
Contemplaré las
flores que empiezan a surgir, con una mirada más intensa, pues ahora las
aprecio mejor, son tus compañeras.