La chica de la escalera
Estaba sentada
en la escalera, entre dos rellanos, me pareció extraño pero seguí subiendo tras dar las buenas tardes de rigor.
Casualidades de
la vida, me dio por subir andando, a pesar de que había ascensor y por eso la
encontré a medio camino.
En el siguiente
tramo de escalera, mire de reojo a través de la barandilla, me pareció que
estaba llorando, al menos acercaba un pañuelo blanco con puntillas a los ojos.
Dejé mi
apresurado paso y acomode mi ascenso a un lento escalonado peldaño a peldaño,
sin dejar de observar hasta que al llegar al piso superior perdí su visión, que
no sus lamentos.
Estaba claro
que gimoteaba a través de ese pañuelo,
que ora estaba en la boca ora en los ojos.
¿Habría perdido
la llave? ¿Estaba esperando a alguien que
no llegaba? ¿La habían echado de casa? ¿No
se atrevía a entrar por miedo a alguna razón? Para mi desconocida, por supuesto.
Me quede con la
llave introducida en la cerradura sin acabar de abrir la puerta de mi
apartamento, consideré más caballeroso, bajar el tramo de escaleras e
interesarme por su situación, por sí podía hacer algo por ella.
Aunque no
conocía a todos los habitantes del inmueble, sí a algunos de ellos y además era
una casa tranquila en la que no había ningún piso dedicado a actividades comerciales
o de consultas de cualquier tipo.
Era todo
puramente de viviendas, con lo que aun sin conocerla, no estaba de más
preocuparme por ella, en loor de la buena entente entre vecinos.
Así que inicié
el descenso, igual de lentamente, para no alterarla en una bajada intempestiva,
al estar a su altura observe como llevaba su melena recogida en una trenza con
un inmenso lazo, caído sobre la espalda.
Baje un poco
más para situarme a su altura y poder dirigirme a ella en un plano de igualdad físico.
Iba con unas
faldas inmensas, de esas hasta los pies, que le daban un cierto aire hippie, pues
lo de la trenza y las “faldillotas” no es que ahora se lleven mucho, o al menos
a mi me lo parece.
Pero como todas
las modas vuelven, pues no hay de que extrañarse, aunque sus zapatos si eran de
lo más curioso, cerrados con una enorme hebilla decorativa y tacones de mediana
altura, una autentica antigualla de mercadillo, eso seguro.
Intente llamar
su atención, pero ella seguía ocultando su cara cabizbaja y lloriqueando.
Así y todo le
pregunté si necesitaba algo, si quería algo, si estaba esperando a alguien, si
quería subir a mi casa a descansar un poco o a llamar pidiendo ayuda.
En fin toda la
batería de cosas que puedes ofrecer a alguien en una situación que supones es
de apuro y puede necesitar una mano amiga y decidida en sus momentos de desasosiego.
Al no obtener
ninguna respuesta, volví sobre mis pasos, escalera arriba sin entender su
comportamiento, quizás no quería tratos con un desconocido, evidentemente.
Al entrar en mi
piso y darle al interruptor de la luz, note como una ausencia, una sensación de
que algo no estaba igual.
Deje las llaves
sobre una bandeja de madera, preparada para tal efecto, junto con las monedas
que se suelen llevar en el bolsillo.
Mientras
avanzaba por el pasillo, la sensación de desasosiego, desamparo y abandono,
seguía presente en mí de forma notable.
El vivir prácticamente
solo, te hace sentir de forma diferente las alteraciones del orden casero, ni
que sean propiciadas por la persona encargada en ayudar en las tareas de la
limpieza, que se creen con la obligación de imponer un desacertado orden, en
mis cosas y su peculiar desorden controlado.
Cuando llegue a
la estancia principal, aquella en la que puedes sentarte en tu sillón, suspirar
mientras dejas que los zapatos sigan en el suelo, mientras los dedos de los
pies retozan con su libertad recuperada encima de la mesa de centro.
En estas eche
un vistazo con desaprobación hacia el recibidor con su luz encendida, que al
precio de oro con la que nos han rebajado en el inescrutable recibo, prefieres
apagar todo lo que pueda representar un gasto desaconsejado.
Así que,
descalzo y arrastrando mi cansancio, me acerque hacía allí con la sana
intención de apagar la luz, entonces lo vi.
El cuadro que
preside la entrada, con una bisabuela meritoria con su banda de ganadora de
unos juegos florales de poesía, me ofrecía un vacío existencial con la orla
colgando.
Ese daguerrotipo
había presidido la llegada y la despedida de nuestras idas y venidas a casa,
desde tiempo inmemorial y ahora así de golpe, estaba sin su ocupante.
No podía ser,
algo en mi cabeza no estaba bien, un cuadro no se vacía así porque sí, me quede
mirando con cara de pánico.
Lo más
impresionante era que el fondo del cuadro estaba, la banqueta donde estaba
sentada también y las flores que llevaba cogidas sobre el regazo, estaban sobre
la alfombra que hasta entonces arropaban sus pies.
Apagué y
encendí la luz, varias veces en un intento absurdo de recuperar el aspecto
original del cuadro, hasta que harto de mi desconcierto, me fui a lavar la cara
con agua fresca y pensé en prepararme un té, para poderme centrar o al menos
tranquilizarme un poco.
Mientras me
secaba la cara, recordé los zapatos de la chica de la escalera, esa hebilla,
ese vestido tan kitsch, ese peinado fuera de época…salí corriendo de casa,
escaleras abajo, pero no estaba, bajé hasta la portería, me asomé a la calle,
pregunté a los transeúntes pero nadie me supo dar razón.
Regresé otra
vez para casa, totalmente desconcertado, para animar el retorno me encontré con
la puerta cerrada, lógico y normal, pero con las llaves en su interior, dada la premura
con la que salí en busca de mi querida bisabuela.
Así que esperando
al cerrajero, fui pensando que podía haber ocurrido para el hecho de que optara
por abandonar su sitio y saliera de casa.
Además no me
contestó, a mis suplicas de ofrecerle ayuda, cuando estaba sentada en las
escaleras.
Pensé en ir a
la comisaría para denunciar lo acontecido y manifestar la necesidad de ponerla
en la lista de personas desaparecidas.
Pero imaginé la
cara alucinada de los agentes al manifestar mi súplica de ayuda para recuperar
un personaje de un cuadro.
Mejor la
buscaba por internet, así que una vez vino el cerrajero y me abrió la puerta,
me fui directo al ordenador y empecé a conectarme a las redes sociales esas,
tan mencionadas como fuentes de todo.
Impresionante tu texto, Alfred, he ido imaginando la escena, cada frase que iba leyendo, casi sin pestañear, imaginando todo, con ganas de llegar al final a ver cómo terminaba.
ResponderEliminarMi admiración por tu manera de transmitir el relato, y un beso dulce de seda.
Gracias! Te confieso que yo tampoco podía pestañear mientras lo escribía.
EliminarUn beso con misterio.
Qué bueno Alfred!
ResponderEliminarNo he ni pestañeado hasta terminarlo!
=)))
Muchas gracias Liliana, imaginar y escribirlo me ha dejado sin aliento, ni te digo lo de pestañear.
Eliminar:D
Me has tenido en tensión todo el tiempo que he estado leyendo tu entrada, magnifica entrada con un magnifico final, lo que menos me esperaba es el fian que le has dado, me ha encantado, felicidades, es muy bueno tu relato.
ResponderEliminarUnabrazo, feliz fin de semana.
Muchas gracias Demofila, que sepas que me ha tenido intrigado hasta el final, no tenía ni idea de como iba a acabar, ha sido una sorpresa.
EliminarFeliz finde.
Un abrazo.
Fantástica historia de una huida entre bastidor y escalera que me ha dejado sin resuello.
ResponderEliminarFantástico relato. Un beso
Fantástico comentario que me ha dejado con el rubor puesto, las zapatillas caídas y el parpadeo congelado.
EliminarUn beso!
Original encuentro en las escaleras, mayúsculo susto al notar la desaparición del personaje y pavor al saber que era la dama de la escalera. Para no dormir. Menos mal que no fue a la policía.
ResponderEliminarMuy bien escrito.
Una forta encaixada de mans.
Gracias! Y todo esto sin llevar en la cabeza, una redecilla para recogerse el pelo, como buena pubilla,
EliminarMolt forta!!!
Una historia de esas para contar de noche alrededor de un fuego....
ResponderEliminarMuy buena.
Saludos.
Con una buena copa y compañía adecuada.
EliminarMuchas gracias!
Saludos.
Uf..., qué bueno, Alfred. Pero yo esperaba que al regresar a casa, la vieras de nuevo en el retrato sentada, jeje..., me gustan los finales felices.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo.
Hola Geles, veremos si tiene suerte y puede contactar con ella en eso que llamamos redes sociales...
EliminarUn abrazo, amiga!
¡Suerte!
Eliminar;)
Gracias!!! :D
EliminarSeguro que no la encontrarás en Facebook o en tiktok jaja. Una delirante historia con la cuota de misterio que siempre atrapa. Muy original. Un abrazo
ResponderEliminarNunca se sabe, hoy en día puedes encontrar lo más inusitado ;)
EliminarUn abrazo.
A saber como termina esta historia. Mira si se le aparece la bisabuela a tu pdrsonaje a través de la pantalla del ordenador y se le sienta a charlar en el escritorio. :-)
ResponderEliminarUn abrazo
Pues te imaginas que me la encuentre en un video...
Eliminargracias por la visita.
Un abrazo.
No sé yo si internet es la mejor herramienta en este caso pero quién sabe, igual ese cuadro era copia de un cuadro y sí sale la protagonista por algún lado y aclara quién es y por qué anda ahí.
ResponderEliminarUn encuentro con un fantasma que se sale de su propio ostracismo. Igual estaba perdida por no saber regresar... pero en un fantasma es raro...
La historia y cómo la has planteado, me ha encantado. La encuentro muy original y entretenida.
Un beso enorme.
El misterio no fue descubierto, los intentos fueron vanos y el cuadro sigue en la pared sin inquilina. Al final abandoné la busqueda y me dediqué a otros menesteres.
EliminarMuchas gracias Mag.
Un enorme beso.
Esa historia da para mucho, espero que la continues algçun día.
ResponderEliminarTuvo su momento, pero nunca se sabe, de momento he de decir que en las redes no estaba.
EliminarMuchas gracias Tracy.
Digo como Tracy; de este relato puede salir una novela. Me ha encantado, besos.
ResponderEliminarTiene un puntito inquietante que podría desarrollarse más.
EliminarMuchas gracias.
Sigue siendo inquietante, detallado estilo narrativo, pero que permite imaginar mejor todo el texto, con esa trama tan onírica
ResponderEliminarUn beso, Alfred
Muchas gracias Albada, me alegra saber que no ha envejecido como su autor ;)
EliminarUn beso.
Que buen relato, misterioso, pero concuerdo que no la busques por las redes, mejor sigue mirando el cuadro quizás surjan mas cosas bellas.
ResponderEliminarUn abrazo!
Pues puede que sea lo mejor Cecy.
EliminarMuchas gracias.
Un abrazo.
Hace cinco años leí tu relato y lo comenté, cómo pasa el tiempo, Alfred, gracias por volver a traerlo para recordarlo, y que lo hayas traído a los relatos.
ResponderEliminarBesos.
Como lo de la escalera es un tema recurrente, me dio por buscar entre los que tenía, y me pareció adecuado.
EliminarEs curioso pues lo leí sin pestañear, tal como lo escribí en su día. :)
Besos.
Y por qué lloraba?. tanta fue su tristeza que la hizo liberarse de ese cuadro y salir en búsqueda de ...?
ResponderEliminarUn abrazo, Alfred
Quién sabe, quizás se sentía desorientada, incapaz de regresar y tampoco de descubrir un mumdo nuevo o quizás añoraba la tranquilidad de ser un ser estático sin responsabilidades...
EliminarUn abrazo.
Muy interesante y bien contado. Me has tenido leyendo sin parar. Gracias por participar. Un abrazo
ResponderEliminarHola María José, muchas gracias.
EliminarEso es estupendo.
Participar ha sido un placer.
Un abrazo.