PERFUME MUY PERSONAL III











Opium (Parte III)

Tras una cena frugal, unas truchas salteadas con almendras laminadas perfumadas al hinojo, en la que estuvieron poniéndose al corriente de sus cotilleos personales, junto con los de las gentes de su entorno social.

Salieron en busca del viejo “Espetec”, que vivía en la zona fronteriza; en el trayecto apenas hablaron, como si ya estuviera todo dicho y la verdad es que a ella, aún sin importarle mucho sus actividades corruptas, algo le hacía sentirse incómoda.

Llegaron ante  un caserón que amenazaba ruina por todas partes, se veía claro que al dueño le importaba poco su estado, o que que no tenía dinero para su mantenimiento.
Los dos hombres se abrazaron al verse, como viejos colegas sin verse en años, pero unidos por más de una batalla compartida.

Cuando la presentó, Marta se sintió incomoda al momento, el viejo olía a vino y otras cosas, propias de la falta de higiene y la vida encerrado ante una chimenea humeante.
Por suerte, él se limito a tenderle la mano, cualquier otro contacto físico, como besarse las mejillas le hubiera representado un mal trago difícil de soportar.

Cuando le explicaron porque estaban allí, Ceferino se puso a reír y a darse palmadas en las rodillas, hasta que le dio un ataque de tos que tuvo que calmar con trago directo de una botella de contenido desconocido.

Masmiquel aprovechó para darle también un trago a la botella, pero sin toser y Marta se quedo mirándolo fijamente y diciendo que para ella era un tema importante y estaba dispuesta a pagar bien por obtener dicho perfume.

Pues no se hable más, yo le consigo el artículo y Ud. me hace una invitación muy personal, es algo que siempre he querido hacer y nunca he sabido como hacerlo.

Salió de la vieja masía, con la sensación confusa de no haber obtenido nada concreto y sin saber siquiera si había valido la pena desplazarse hasta allí.

Cuando Masmiquel la vio tan desazonada, le dio una palmadita y le dijo.

-         Este hombre no falla nunca, si ha dicho que te lo conseguirá, dalo por hecho.
-         Pero, parece de broma, de novela barata, vengo, pido algo y se ríe y  me dice que bueno vale.
-         Sí, parece raro, pero es así, tenía que verte, sino no hace el encargo, es un tipo curioso pero legal.
-         Vale lo que tú digas, llévame al hotel porfa.
-         Lo que la Sra. mande.
-         ¿Cuánto puede tardar en obtenerlo?
-         Un día, una semana, no se sabe, nunca se sabe, pero te lo conseguirá, de lo contrario te lo hubiera dicho.
-         Vale, el domingo me vuelvo para casa y si no me lo ha dado, ya me avisarás.
-         ¡Hecho!

Descendieron por el camino pedregoso, levantando una nube de polvo, que hizo toser a un viejo zorro que había salido a saludar a las gallinas de una masía.




6 comentarios:

  1. Intrigatita me tienes. No sé qué perfume sea, pero para Marta parece ser especial. De casualidad es un perfume que conozco bien, y que me gusta también, pero este año han sacado una versión nueva que es empalagosa hasta ahogar y no me gusta nada.

    Esos contrabandistas de antaño, como un Ceferino de afilada nariz cual sabueso, qué personajes tan curiosos, verdad?. Un beso

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    1. Veremos que nos depara las acciones futuras del viejo Ceferino.
      Un beso.

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  2. Bien escrito y continua el misterio. ¡Lo que no haga una mujer por su perfume!

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    1. Hay gustos que se convierten en obsesiones y provocan acciones incontrolables.
      Un saludo.

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  3. Alfred describes muy bien toda la situación, pero la dama en cuestión es pertinaz y no ceja en su empeño para encontrar el perfume deseado, algunas son de ideas fijas.
    Seguiremos esperandoooo.
    Un saludo
    Puri

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    1. Gracias, si que insiste, parece que le vaya la vida en ello, veremos como actúa el viejo.
      Un saludo.

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