Pensar en la
desolación que siente, el hombre que está en paro laboral y no es capaz de
aceptarlo, aferrándose a sus rutinas diarias cómo si nada hubiera pasado.
Salir de casa a la
misma hora, encontrarse en los mismos lugares viendo las mismas caras, comentar
el último partido del equipo favorito con los contertulios, mientras se saborea
el primer café del día, el que nos pone a tono para la dura jornada.
Sólo que esta no
llega a cumplirse, se queda en los prolegómenos y luego dirige sus pasos hacia
no se sabe dónde, cualquier lugar donde pasar el día, da igual un parque, que
una iglesia, que la biblioteca municipal.
Lo que no podía
soportar era ver una obra, esa actividad que parece reservada a los jubilados,
que se explayan comentando la progresión de las obras públicas.
No había
completado su ciclo, tenía mucha vida útil por delante, como para contentarse
en ser un convidado pasivo.
El no lo sabe,
pero en el café de la gasolinera, el muchacho que le prepara y le sirve, está
al corriente de su situación y por eso le sigue cobrando la consumición al
precio antiguo.
Todos saben que no
quiere tirar la toalla, pero él no aceptar su situación, tampoco le ayuda
mucho, pues los que no saben, no le pueden ofrecer nada.
Pasan los días,
las rutinas se repiten, la cartera está más rozada, las ropas más ajadas, el
pelo más largo,
los zapatos
gastados y muchos días que no le apetece tomar nada.
Pero siempre hay alguien
que le invita a un café.
Desolador retrato de una realidad. Menos mal que parece estar rodeado de gente buena, que no es poco.
ResponderEliminarSino fuera por las complicidades creadas con amigos y familiares, esta situación habría dado pie a una insurgencia preocupante.
EliminarAunque bien pensado quizás fuese lo adecuado.
Un abrazo.
Una triste y dramatica realidad la de nuestros dias; es desolador esta situacion y te das cuenta que todos los dias son iguales y nada hace cambiar la situacion y el desgano cada vez se apodera mas.
ResponderEliminarMe ha encantado la continuacion del de Albada ojala hubiera otra parte con final feliz como el que todos deseamos para la nuestra.
Un beso.
En ese final feliz están nuestras esperanzas puestas.
EliminarUn beso.
Es la historia de un fracaso, con culpables lejanos a muchos de los protagonistas. Éstos, los seres anónimos, haciendo equilibrios con las carteras ajadas o los gastos de un café, han de desarrollar motivos para levantarse, mirar al frente, y seguir luchando.
ResponderEliminarUn beso.
Ciertamenet, la esperanza es lo último que se pierde, con ella y con un poco de humor, podemos hacer cualquier travesía.
EliminarUn beso.
En algunos momentos de nuestras vidas, muchos hemos compartido situaciones como las del hombre de la gasolinera y entiendo muy bien al protagonista. Comprendo su soledad, su desolación y su angustia.
ResponderEliminarEl escritor ha sabido ponerse en su lugar y transcribir estas sensaciones al lector.
El pie de partida de este micro, es una bello post de Albada, del que te recomiendo su lectura.http://www.albada2.com/2014/02/en-la-gasolinera.html
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