La guía culta


                                                Imagen obtenida de Internet




El borrador del libro llevaba tiempo en manos del editor, tanto que ya tenía un aspecto de manuscrito antiguo, encontrado en un desván, por un sobrino admirador de sus antepasados, que creía en el grial.

Con tanta cosa por leer, no se decidía con este, el cual al final se quedó en casa sobre la mesita de noche en compañía de otros muchos, en precario equilibrio.

Miraban de no caer, pues el resultado de la acción era ser barridos y acabar en el cubo de la basura, azul por supuesto, en esa casa se reciclaba.

Saludo sin entusiasmo, a sus compañeros de mesita, al fin de al cabo, eran competidores para hacerse un hueco en el mundo editorial, se mantenían las formas pero nada más.

Se fijó en una guía de viajes, parecía mona y simpática, con muchas fotos y citas de buenos restaurantes.

Ella no le prestó mucha atención, tenía aspecto de tocho pesado, de lenta y fatigosa lectura, digestión pesada.

Era consciente de ello, si le hubieran puesto unas tapas coloreadas, unos dibujos, tendría más gancho, pero solo era un borrador, de un escritor nobel, que había puesto todas sus palabras en él.

La contempló una vez más, le hacía gracia su portada, incitando a descubrir paisajes lejanos, donde todo era mucho más bonito.

Se imaginó a la espiral que unía sus páginas, bailando una samba contoneándose, y sonrió para sí mismo.

Esto intrigó a la guía, e hizo que se fijara en aquel mamotreto de hojas apiladas, capaz de sonreír, a saber por qué.

Le dejo caer una palabra de bienvenida, como quien no quiere la cosa, para ver como respondía, ya se habían saludado protocolariamente cuando llegó, pero fueron todos al unísono, y no contaba.

Él no prestó atención, veía como el ser del cual dependía su futuro, se quitaba las gafas, señal inequívoca, de una vez más, se quedaba sin ser leído.

Justo antes de que apagara la luz, se percató de la caricia de una palabra nueva en su título, eso le reconfortó para pasar una noche en la incertidumbre.



8 comentarios:

  1. La conversación entre los libros de la mesita de noche siempre la imagino, entre susurros, en la más negra noche, mientras duermo.

    Sé que se explican cosas. Que intentan variar su apilado montón por cederse el sitio de lectura. Pero cuando llegan a cinco, les hago trampa, les pongo una guía Michelín por allá y las desconcierto.

    Un abrazo. Me ha encantado.

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  2. Hola Albada, muchas gracias por tu grato comentario. Para mi,los libros son seres animados, en los cuales suceden muchas cosas, pero también las provocan. Y estoy seguro que interactuan entre ellos.
    Un abrazo.

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  3. Me los imagino tanto, Alfred que ahsta tengo una relato con libros animados.
    Gracias por visitarme, un abrazo

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  4. Gracias a ti, y me apunto a leerlo, es un tema interesante.
    Un abrazo.

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  5. Me ha encantado Alfred,

    Muchas gracias por compartir. Que tengas un feliz día.

    Saludos desde Málaga :-)

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  6. Parecen las pruebas de acceso a un puesto de trabajo. Todos sentados en una sala de espera aguardando su turno. Examinándose sin decir apenas nada, calibrando a la competencia. Solo el tiempo de espera hace que surja algun comentario trivial entre ellos a fin de hacer de la espera y los nervios algo más llevadero. Cuando aparece alguien y menciona nuestro nombre, entramos en la sala con las espectativas de superar el nuevo reto. Y a nuestros rivales.
    Me ha gustado mucho. Un abrazo Alfred

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  7. Es una visión sorprendente y que abre un abanico de posibilidades.
    Un abrazo.

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