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Llueve, cientos, miles, millones de gotas en busca de un destino perdido, empujándose sin cejar, fuertes en su empeño de formar algo grande, las primeras quedan absorbidas por la polvorienta tierra que las acoge, unas pocas más ya consiguen formar un charco con el que identificarse. En su persistencia lo desbordan formando un camino que ante su insistencia se transforma pronto en un torrente. Sus ambiciones sin límite les llevan a conectar con el arroyo, transporte seguro para pronto formar parte del río que les alojará, en su camino hacia el vasto mar de sus sueños.
Las gotas de lluvia, a batallones, a legiones, a imponentes ejércitos de vida en busca de un destino lejano, creando riachuelos, arroyos, afluentes...Un canto a la vida que me ha encantado Alfred.
ResponderEliminarLa lluvia, la vida imparable, acogedora y risueña.
Un abrazo
Gracias Albada, ciertamente una sola gota no puede nada, muchas lo pueden todo. Un abrazo.
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