Frontera ( III Misterio de dolor)

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Nuevo paso fronterizo, nuevo control aduanero, nuevo misterio de dolor. Son incansables, pero no acabarán con nosotros, los que somos viajeros intrépidos, desafiantes a las adversidades y duchos en avanzar por tierras con burocracias difíciles.

Salir de Argentina esta vez ha sido relativamente fácil, una ligera cola, una broma sobre Messi ( ya no puedo contarlas) pues aquí tiene detractores aunque parezca imposible. Digamos que he tardado un tiempo razonable para lo que ya voy viendo como habitual, esta vez el retraso fue por una de las fechas estampilladas en el pasaporte por uno de sus colegas de Tierra de Fuego, no sé si no le gustaba la fecha, el color de la tinta, la posición en el pasaporte...quien sabe, solo es un retrasillo más sin importancia.

Una vez incorporado al autocar, con la cara de comprensión que se da entre los condenados por diversos delitos desconocidos, hemos enfilado ruta hacia el puesto xileno, que al ser de entrada le tocaba ser el coco esta vez. Ya advertidos por un anterior cruce y recordado por el auxiliar de abordo, hemos procedido a deshacernos de todo producto natural, ya sea por ingestión forzada o por arrojo voluntario a la basura e incluso con rabia contenida por una ventana. No se pueden pasar ni frutas, ni productos frescos, vegetales, ni carnes, ni embutidos, ni drogas, ni productos lácteos, un pasajero nos ha obsequiado con un trozo de queso que ante la imposibilidad de llevarlo de regalo familiar ha optado por compartirlo con los vecinos, lo cual a más de treinta grados es un aperitivo no muy deseable, máxime cuando estás intentando tragar un trozo de manzana con la que había hecho buenas migas. Me preguntó también si a la madre lactante con el bebé en brazos le pondrán una multa por tráfico de productos lácteos no autorizados, por parte de los insobornables inspectores del ministerio de agricultura, mientras contempló al crío con cara de desespero ante la posible pérdida de su fuente alimenticia.

Es todo un espectáculo ver como van desapareciendo ensaladas, plátanos, yogures caducados, aún no vistos por Cañete y demás artículos de uso personal alimenticio, pero esta vez la cosa iba más en serio, bajaron todas las maletas del autocar y puestas sobre una plataforma fueron husmeadas convenientemente por un perro adiestrado en estos menesteres que amargaba a los aduaneros en su insistencia en que registraran algunas valijas, evidentemente mi maleta fue una de ellas, teniendo que abrirla tras ser identificado como propietario de la misma, acompañado por la mirada compasiva de los eternos compañeros de viaje. Una vez expuestas mis miserias personales a juicio de los carabineros y público en general, he podido subieron al bus, solo me faltaban los golpes en la espalda de compañerismo.

Perdón eso no es todo, primero hemos bajado del autocar con todo el equipaje de mano, y hemos esperado pacientemente tostándonos al sol andino, sin la protección solar treinta recomendada, con la santa inocencia de que la cosa sería rápida y eficaz al ser un puesto como más importante, no digo el nombre pero me acuerdo. ¡Vaya si me acuerdo! Resulta ser que las cinco de la tarde no debe de ser una buena hora para entrar en Xile o que tienen su buena costumbre británica de parar para tomarse un té, pero la puerta estaba cerrada y nosotros en fila india esperando; menos mal que aquí tenían baños y previo permiso magnánimo de un carabinero de guardia te dejaban entrar.

Una vez han abierto la puerta la cosa ha empezado a funcionar, puestos los equipajes en unos bancos han sido husmeados por el perro guardián y cuando este ha dado el visto bueno, todos y cada uno de ellos han sido registrados ante su dueño después de que le hubieran extendido el visado de entrada. Nada solo un pequeño trámite que, aun estando más o menos contemplado en las estimaciones del horario programado, nos ha retrasado cuestión de una hora.

Encima sobre el asiento nos hemos encontrado un chisme de fabricación casera, una especie de palo con un alargo con un espejo en un extremo y una linterna adosada con cinta americana, todo muy artesanal que supongo han utilizado para ver lo que había debajo de los asientos y los rincones.

Esta vez hemos tenido suerte, pero insisto en que así no se hacen amigos.


12 comentarios:

  1. Muy bueno,hoy me has recordado a Josep Ma.Espinàs,gran viajero y mejor narrador.

    Gracias

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    1. Es un halago inmerecido, recuerdo su paseo por la sierra de Tramontana, en Mallorca, como una delicia de libro de viajes.
      Gracias a ti!

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  2. Me hiciste recordar el salami de una película. Peripecias de un viajero.

    He sonreído y luego me pilló la carcajada. Lo siento. Es que te imaginé tan serio y formal...

    Un beso

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    1. Creo que más bien a la mortadela de la Sophia Lorenzo ;)
      Si has estallado en carcajadas al menos nuestras peripecias han servido para algo positivo.
      Un beso.

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  3. Excelente narración de un viaje que a pesar de todos los pesares e inconvenientes seguro que lo disfrutaste y guardas en tu memoria momentos inolvidables. Viajar,conocer lugares, culturas, personas siempre nos enriquece. Un gran abrazo

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    1. Evidentemente esto sólo son anécdotas de un grato viaje del que me quedarán muy buenos recuerdos.
      Un fuerte abrazo!

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  4. A veces, los viajes tienen estas aventuras no muy divertidas y algunas dignas de ser explicadas, pero esto se olvida pronto. Lo importante, es la impresión general.

    Turista, un saludo y vigila con los mosquitos.

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    1. Al final todo queda en una anécdota del viaje y seguímos camino.
      Un saludo viajero, espantando moscas, mosquitos, abejorros, moscardones e incluso algunos bichos con alas no identificados.

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  5. Interesantes curiosidades las de tu diario viajero ;)

    Besos!!

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    1. Bueno esto es una anécdota que esperó quede diluida entre todo lo bueno que el mismo viaje nos ofrece.
      Besos

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