USHUAIA

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Ushuaia considerada la ciudad del fin del mundo, la más austral, construida con cierta peovisionalidad, dadas sus características climáticas de probada dureza.

Es una ciudad con la fama de ser la más austral, la que suministra a las bases antárticas, la que tuvo un penal de triste memoria, dadas las difíciles condiciones de vida de los que allí de alojaban, sobre todo los presos.

Construyeron un ferrocarril que evidentemente fue el que más al sur circulaba, para suministrar de materiales a toda las sucesivas obras de ampliación del presidio, lugar en el que aparte de presos dados por irrecuperables, también hubo algún preso de carácter político desagradable para el poder del momento.



Actualmente la cárcel es un museo muy visitado en el que se exponen artículos de los indígenas que fueron encontrados en esa zona, que con medios muy precarios eran capaces de sobrevivir a las duras condiciones del clima, pero no a las enfermedades traídas por los nuevos colonos, que acabaron con ellos de forma fulminante.

También aporta una rica información sobre las diversas expediciones que salieron de sus aguas camino de la gloria exploradora en el sur, en la Antártica y de las técnicas utilizadas junto con el equipamiento que llevaban.



Evidentemente lo que más morbo ofrece es las condiciones de los inquilinos,entre los que se dice estuvo Carlos Gardel, aunque es algo no demostrado, en cualquier caso se muestra información sobre asesinos de muy difícil capacidad de reinserción, aunque los métodos utilizados en esa cárcel no eran los más apropiados para ganarse a nadie para el bien. Sólo ver los grilletes ya asusta.

En plan más de turismo con coartada de conocimiento animal, es recomendable darse una vuelta por el canal de Beagle, donde superando los fuertes vientos y navegando con la diversión añadida de ir dando saltos sobre las olas en un catamarán, pueden acercarte a los islotes donde se dedican a tomar el sol, los chillones cormoranes, los cuales hueles antes de avistarlos.

Mención especial se merecen los enormes lobos marinos, con sus torpes movimientos fuera del agua, que nos obsequiaron con una pelea entre machos por la propiedad de un harén, aunque parecía un espectáculo amañado de cara a la galería, dado el poco interés puesto por el candidato por desbancar a su jefe.

Hicimos broma pensando en un posible acuerdo para montar el número cada vez que pasase un barco con turistas agarrados con una mano a la barandilla y la otra disparando con mejor o peor acierto la cámara. Pero al menos vimos el chapuzón que se ganó el aspirante con los tortazos del rey del cotarro. Las hembras siguieron en sus cosas, hablando de lo cara que estaba la comida del poco caso del gordo macho por atenderlas y como subían los críos de irreverentes.



En la parte final del canal,  embarrancando el navío, para poder estar quietos y sin hacer ruido, sobre la playa que habitan los pingüinos australes o patagónicos, esos seres pequeños y divertidos que otean con su cabeza al aire buscando no se sabe el qué. Apenas miden medio metro y están amontonados de cualquier manera, de tanto alguno se acerca para mirarte de reojo y pegar un chillido, al cual acuden otros compañeros y acaban por sumergirse en el agua.



Estar en la isla de los pingüinos es un espectáculo que vale la pena no creó que a estos les paguen por hacerse los pajarraco con traje de etiqueta, pues son muchos los extras a quien pagar. Entre ellos destacaban como torres despistados y fuera de contexto alguna pareja de sus primos antárticos, que habían querido cambiar de clima o se habían equivocado de manada, son los denominados pingüino rey, una especie que casi dobla en altura a la anterior y tienen un bonito cuello amarillo.



Hay otra especie de tamaño intermedio, los papúes que ignoran a sus congéneres y se pasean como si la cosa no fuera con ellos, son muy pocos pero llamativos, el guía les tenía una cierta predilección.




Una vez cumplido con el requisito de obtener el certificado de navegante austral, en tierra firme y con el cuerpo serrano más reconfortado libre del fuerte viento, es bueno darse un paseo por las cercanías del lago Roca, un lugar situado dentro del parque natural Tierra del Fuego, que sin las inclemencias soportadas en el canal te permite disfrutar de un entorno privilegiado, de una tranquilidad absoluta y donde se halla ubicado el puesto postal más al sur y con un cartero que lo certifica sellándote  el pasaporte por una módica cantidad para confirmarlo.




En fin una estancia de lo más interesante y curiosa, en un lugar que goza de unas condiciones políticas especiales para promover su desarrollo económico, permitiendo el asentamiento de un mayor número de población.




Es una zona con grandes recursos naturales en vías de explotación , aparte de la aportación importante que representa el turismo.

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