Saltan chispas

Un día se apaga un año se va (foto de I.C.)


Sean felices


Saltan chispas, los petardos resuenan en la calle, los cohetes se suben al cielo para competir con los cometas, resuenan campanas, se reflejan las estrellas en el suelo, la Luna sonríe.

Parece que todo se ha alineado, como los astros, para hacer una noche esplendida.

Esta claro que los dioses al fin se han confabulado para hacerme feliz.

Supongo que lo hacen un poco como a escondidas y sin que sirva de precedente, pero a mí me da igual, ya que no creo en ellos.

El año se va, envejecido, achacoso y malhumorado, dado el poco cariño que todo el mundo muestra por él. Pero es que no ha sido un año de bienes, para los mortales comunes.

Hay otro, que asoma, feliz y contento, sin saber la que le espera, Demasiadas ilusiones puestas en él, solo por ser nuevo, lo cual no es mérito suficiente, pero la gente se agarra a cualquier solución, cuanto más novedosa mejor.

Así  que habrá que sumarse a la sabiduría popular y salir a celebrar ese cambio de año, con una fabulosa fiesta, cuando más alegre mejor, que será lo único que nos va a quedar.

Aunque a mí personalmente, nada mejor que lo que me deja el año que se va, podrá venirme en los venideros, de eso estoy muy seguro,


¡Feliz Año Nuevo, Amigos!



Sarria, 31 Diciembre 2016.


Se fue el Otoño

Casa otoñal (Foto del autor)

Me encontré con la verdad,
sin quererla ni buscarla,
cruda e incierta es,
con sabor amargo.
aunque no siempre.


Otoño largo y lluvioso,
que rinde culto, con envites
que el agua produce,
a los débiles montes,
hollados por nuestros pies.
se despide para dar entrada
a un invierno de festival.


No siempre expresé
palabra en mano,
lo en mi interior guardado.
pues mi mirada se iba
tras montañas lejanas.


Todos los días son válidos
pero los hay marcados,
en esa agenda virtual
de nuestros sentimientos,
como especiales,
por los encuentros
en ellos producidos.


Sé que hay cosas
que no están hechas para mí
como sé, que mis deseos,
no traspasarán alguna frontera.


Esperaré ansioso aquello
que los dioses esquivos,
decidan ofrecerme,
casi siempre en silencio.

Ellos y yo.


Barcelona, 28 Diciembre 2016.


MIRADAS



Amanecer en el mar (Foto de I.C.)


Me asomé a tus ojos,
me gustó el paisaje.

Me sumergí en ellos
para sentir, para amar.

Descubriendo entonces,
que un mundo nuevo,
era posible.

Todos los colores de la vida
se hallan en esos ojos.

No hace falta escoger
para saber que en ellos
están todos los horizontes posibles.

Los imaginados y los verdaderos.


Sarria, 27 diciembre 2016.


Adiós Muela, Adiós

Foto de I.C.



¡Adiós Muela, Adiós!

Lo de hoy es una vivencia personal de las que dejan huella, o mejor decir, que notan la ausencia de ella.

Son muchos años compartidos, allá por donde empezó la madurez, bueno eso es una falacia como otra cualquiera, llamarlas muelas del juicio, por aparecer a una edad en que se supone a uno ya formadito, tiene su qué.

La cuestión es, tras una dura batalla, contra el dolor, el insomnio, las pocas ganas de comer cosas muy sólidas, al final, rendido a la evidencia, no ha quedado más solución que acudir al especialista.

Al cual he podido llegar entero, gracias a los buenos oficios de una amiga, que me ha mantenido con un hilo de esperanza, en esto de seguir con un poco de entereza ante el desmoronamiento personal, en un valle de lágrimas, víctima de la tortura, que supone una muela desbocada.

Así qué, con cara de pasmo, un poco reconfortado al saber, que a pesar de las fechas, podía visitarme, para darme la alegría de luchar juntos contra la adversidad de una muela poco juiciosa. Me he presentado a la consulta a primera hora de la mañana, en una visita exprés, cortesía para amigos.

Sinceramente pensaba, que era cuestión de una galería formada en su interior, por donde se colaban todos los diablos que me querían mal.

Pero tras la observación de rigor, tras los saludos y el recordatorio, de qué sólo hacía casi veinte años, así como quién no quiere la cosa, de la última visita.

Importante de cara a la valoración de daños y como obligación personal ante las medidas preventivas que son responsabilidad de cada uno.

La cuestión es, importante el hecho, que el diagnostico ha sido claro, preciso y meridiano, la muela y yo nos teníamos que separar, por el bien prioritario de mi lucidez mental. El dolor es una mala compañía.

Sin hacer mención al consabido pacto entre caballeros, de todos nosotros conocido, entre odontólogo y paciente, que aquí, amistad por en medio y calidad profesional manifiesta, no había lugar.

Así que me he ido empequeñeciendo aún más, sentado en el sillón de torturas, contemplando el instrumental reluciente, que la asistente, con su mejor sonrisa, iba disponiendo ante mí.

Ver aquel pedazo de maxi jeringuilla con la dosis pertinente para anestesiar la zona, no tranquiliza mucho; a pesar del conocimiento previo, llegas a dudar de que sus intenciones sean buenas y las más correctas para mi bien.

La verdad es que la muela no se ha resistido mucho, creo que era consciente que su suerte estaba echada, y oponer resistencia sería alargar inútilmente una situación del todo insostenible.

Algo mío, muy mío, muy personal, como es una muela del juicio, cosa de la que he tenido poco y usado menos, se ha quedado allí, como un despojo o para él, como un trofeo de caza.

Me la ha mostrado, pobrecilla, sola y separada de sus congéneres, igual pretendía que me hiciera una “selfie” de despedida, pero estaba demasiado emocionado para pensar en nada y he optado por callar, con la boca cerrada aguantando el algodón taponando el hueco dejado por su ausencia.

Como experiencia, digamos cruel, de las realidades de la vida, puede servir, pero no es recomendable; tiene que haber algún modo menos traumático de hacerse una idea de lo que representa por estas fechas, saber que Papá Noël no existe.

Empequeñecido por la experiencia, desolado por tamaña pérdida, asumiendo que el paso de los años no hace sino limitar nuestras perspectivas, de cara a eso de ir cumpliendo años, sin mermas físicas aparentes, he salido de la consulta, aligerado y reconfortado.

Una experiencia más, en eso de ir pasando por este valle de lágrimas. ¿Pero tiene que ser un valle de lágrimas?

Creo que no.



Sarria, 22 Diciembre 2016.

Viajar en tren

Vías de Tren (Foto de I.C.C.)

Viajar en tren

Antes, en tiempos pretéritos, viajar en tren era una aventura a la que te apuntabas con mucho tiempo de antelación o corriendo por el andén, esperando el último pitido de aviso de partida.

El traqueteo, una vez instalado en unos duros e incómodos asientos, te permitía pese a dicha precariedad, iniciar un aislamiento personal del entorno, mediante la ensoñación, con ojos abiertos o cerrados, contemplando el paisaje.

O bien interactuar, en aquel tiempo no se decía así, pero esto es para las generaciones actuales, con vecinos o compañeros de viaje.

Comentabas hasta donde ibas e incluso intercambiabas, o mejor dicho, se aceptaba la ofrenda de pequeñas viandas, para hacer el recorrido más ameno para el estómago, desasistido por falta de puestos de servicio o disponibilidades pecuniarias.

A veces, en alguna estación, se acercaba a las ventanillas, un hombre con un carrito, lleno de cosas útiles, para este menester de calmar la desazón interior.

Digamos que se iba en tren de otra manera, más pendiente del entorno, aunque quisieras aislarte tras un libro, revista o diario, pues siempre habría alguien dispuesto a preguntar sobre lo que supuestamente leías.

En la actualidad, todos suelen ir pendientes del aparato que nos mantiene comunicado con los nuestros, perdiendo muchas veces la posibilidad, por ejemplo, de participar en un buen planteamiento para un asesinato,

O conseguir unas buenas notas sobre una teoría conspirativa que no se te había ocurrido ni con todo el licor del mundo metido en un gotero.

Y ya puestos tampoco estaríamos en disposición de comprender al otro como un ser cercano y no alguien de otro planeta, que ha venido a hacer un estudio en plan máster, del conocimiento iluso de los adultos terrestres.

Tampoco existía el aislamiento mediante auriculares, escuchando la música favorita o los programas verborreicos, que suelen intercalar entre sesudos y estudiados anuncios.

La música se producía en vivo y en directo, siendo participada tranquilamente por todo un vagón de tranquilos viajeros, que miraban espantados, si había suerte y los alegres cantores se bajaban en la próxima.

Pero ahora llevamos la música incorporada, la conversación incorporada, la memoria visual incorporada, gravamos las vistas con cariño, para nuestros allegados, Pero no sé si llevamos incorporada la capacidad de asimilar la aventura de vivir un viaje, por corto que sea.


Barcelona, 16 Diciembre 2016.


Navidad, dulce Navidad

Foto del autor






Navidad, dulce Navidad


Se acerca, atrona en la calle, se respira en el ambiente, se siente alrededor, las sonrisas son más empalagosas, las miradas más tiernas, los saludos más lentos y cariñosos y todo rezuma jarabe de almíbar, pringoso y enganchoso, que se nos queda en las manos, en la ropa, en el alma.

Las calles cambian su amortecido alumbrado por un colorido más intenso, ese que contemplan niños y abuelos, los únicos que tienen tiempo para mirar al cielo.

Cumpliremos con tradiciones y requisitos, que ya perdieron su auténtico sentido, pasearemos en búsqueda del árbol más frondoso para poner en la sala y recuperaremos las figuras de barro de nuestros antepasados, para hacer el diorama de un hecho explicado miles de veces, que  no parece importar mucho, cuando observamos con recelo  a cualquier inmigrante recién llegado.

Ya no se puede estar tranquilamente ante un comercio, contemplando un escaparate, porque vendrá la turba y te meterá o te sacará a su antojo, sin que puedas hacer nada por evitarlo.

Como mucho pasarás por caja para pagar el último best seller literario o Cd antológico, sacado al mercado e imprescindible de regalar a tus seres queridos en estas fechas.

Cualquier compra que hagas es del todo obligado, pedir el consabido cheque regalo, para su canje en caso de que no guste al obsequiado, probabilidad muy alta, en la época de gustos efímeros y cambiantes en la que vivimos.

Ah! El tema comida, tiene su mucha importancia, no se habla de otra cosa durante los días previos, los festivos propios y los posteriores, por su exceso, la repercusión en bolsillos y balanzas, y por el firme intento de no repetir lo mismo el próximo año, ese que haremos exactamente el mismo dispendio y abuso de comida.

Nos emperramos en celebrarlo todo a lo grande, en poner todo aquello visto por ahí y que mola mucho.

Teniendo mesas puestas, en las que los platos apenas caben, por la cantidad de chorraditas y detallitos puesto por doquier, pero que no decaiga, este año seré el rey, se van a enterar las cuñadas.

No hablo de las cenas de empresa, que esa es otra, de la que no te salvas aunque ya no estés en ella y pobre de tú que no vayas, te caerán las maldiciones de todos los que te aprecian y quieren verte al menos una vez al año.

Mientras te preguntas dónde está, ese agujero negro que absorbe las monedas que tienes en el bolsillo, los billetes de la cartera y el saldo de la tarjeta, pues todo tiene un único y común destino.

Me recordaré a mi mismo cumpliendo con las tradiciones, otras que siendo las mismas, eran diferentes por el sentido que se les daba.

Ya viene...Ya llega...Ya está aquí.


A sí que, una vez más bienvenida Navidad, dulce Navidad.



Foto de I.C.C.





Sarria, 15 Diciembre 2016.

Aniversario Blog


El autor visto por I.C.


Se cumplen, hora más hora menos, cinco años de funcionamiento de este blog. No sé si es mucho o poco tiempo para una cosa así. Pero a mí me parece una cifra importante.

En cinco años se pueden poner muchas cosas, permiten darte a conocer y que la gente te aborrezca con cariño o te admire con envidia.

En cualquier caso, es la tira de tiempo poniendo textos con mayor o menor fortuna, en cuanto a seguimiento e interés por mis lectores.

A los cuales agradezco en sobremanera su paciencia, en eso de leerme e incluso bastantes comentar dichas lecturas, que quieras que no, te abren un mundo de posibilidades, sobre el propio texto, que no se me habrían ocurrido pensar.

Iniciado en una situación personal muy diferente a la que vivo actualmente, con muchas incidencias personales, que no sé si se habrán podido observar en la evolución de mis escritos, estoy ahora contento con su marcha.

A veces me da la impresión de que tiene vida propia y este blog funciona solo.

Como quiera que estoy planeando algo más contundente que un post, no sé si  eso repercutirá en la vida de este formato, del cual ya he descargado mis aportaciones sobre diversos eventos, que han sido trasladados a “Crónicas Poulardas

En cualquier caso, lo quiero aquí manifestar, es mi inmenso agradecimiento, a todos aquellos que en un momento de su vida, han venido a leer estas líneas aquí expuestas.

Un abrazo a todos. ¡De corazón!

Alfred.




Barcelona, 13 Diciembre 2016.

LA BARBACOA


Barbacoa (Imagen de I.C.)



La Barbacoa.



Programada con antelación, tras muchos retrasos por cancelaciones, siempre de última hora, al fin iba a ser inaugurada la temporada de comidas informales, ya no al aire libre, por cuestiones climatológicas, pero si el hecho de hacerlas.

En cuanto a la presencia de los ilustres invitados, digo ilustres por qué yo estaba incluido, digamos que estaba todo previsto, para que fueran testigos de tan magno acontecimiento.

Al fin se iba  a proceder al estreno de la flamante, nueva y lustrosa barbacoa.

Todo estaba adjudicado, quién traía la carne, objeto principal que da pie a justificar el aparato, quién traía las salsas adecuadas, elemento indispensable para gozar adecuadamente del sabor, quién traía el pan y vino, para hermanar tamaña celebración, quién traía el postre adecuado, para poder poner fin con merecimiento al ágape celebrado.

La anfitriona, nos iba recibiendo con alegría, manifestada en sus besos y abrazos.

Estaba contenta de poder celebrar el acontecimiento estrenando el cachivache en cuestión.

Los jóvenes, se habían adelantado en su llegada, como oficiantes del uso de la barbacoa.

Cortaban la carne y preparaban el fuego,  mientras nosotros íbamos envolviendo las más modestas patatas en papel de aluminio, para introducirlas entre las brasas.

Esperábamos al resto de comensales invitados, entretenidos en los diversos quehaceres de la preparación y hablando de nuestras cosas, ajenos al desespero de los que estaban abandonados a su suerte en la calle, a la espera que algún vecino les abriera la puerta, dada nuestra ignorancia en saber de su presencia.

Instalados en el patio trasero, para hacer tan magno acontecimiento al aire libre y así poder perfumar adecuadamente, la ropa tendida de los amables vecinos, algunos de los cuales ofrecían presentes de tanto en tanto, tales como colillas, papeles o algo de ropa.

Tras la llamada telefónica de rigor, enterados de la presencia externa, enseguida todos estuvimos sentados a la mesa, degustando de las viandas, en amable charla.

Bife, churrasco, cuadril, vacio, chorizo criollo…incluso una pequeña concesión al gusto patrio con unas morcillas.

Bandejas con una enorme carga de carne, se nos ofrecían ante nuestros ojos, exigiendo un alarde de imaginación de cómo introducir todo aquello en nuestros miserables estómagos. La salsa ayuda, claro que sí y más si es un chimichurri casero de excelente factura.

Luego, como quién no quiere la cosa, una buena porción de tiramisú y para rematar la faena unas buenas trufas, suerte del café para bajar tanto dulce.

Pero amigos, hay algo que después de tan alegre comida, que siempre queda en manos de la anfitriona, una enorme y pringosa torre de platos amontonados, copas enteladas por diversos contenidos, cubiertos prestos para acumular desechos varios, tazas y tacitas y una enorme, requemada y nada lustrosa barbacoa.

Utilizada con alegría, que conserva en su fondo, cenizas impregnadas en grasa, una parrilla con trozos de carne carbonizada, pan visiblemente desmejorado y unas ganas enormes de volver a ser lo que fue al principio de la velada, una lustrosa, brillante y ya estrenada, barbacoa.


Sarria, 12 Diciembre 2016.


LA CASETA




 Caseta de aperos ( foto de I.C.C.) 




Hacía años que la casa no estaba habitada, sólo muy de tarde en tarde, se pasaba alguno de los hijos de la Sra. Engracia Q.E.P.D.

Cuando decidieron aceptar las últimas voluntades, en las que se les conminaba a mantener la casa en pie y no venderla nunca ni alterar la distribución del jardín, caseta de aperos incluida, les compensaba porque así obtenían, los pisos en la ciudad, los cuales tenían una valoración muy alta, gracias a los buenos barrios donde se encontraban y al buen hacer de los inquilinos, que los mantenían en perfectas condiciones de habitabilidad y decoro.

Por eso, por turnos y sin empujar, cada x meses, uno de los hermanos Florez, se pasaba por la casa, la abría para que se ventilara un poco e incluso, si hacía calor y se aburría, conectaba el riego del jardín.

No tenían muy claro la gran querencia de su madre por aquel caserón antiguo e incomodo para vivir, que ni siquiera había compartido con su padre, el cual murió muchos años antes de que existiera, en un viaje de negocios por Brasil que se prolongó durante bastantes años, bueno todos los que le quedaron pues no regresó ni siquiera en cenizas.

Amanda, la pequeña, era la única que se la hubiera quedado, de disponer de medios para ello, pero la parte a pagar era totalmente imposible para sus escasos medios.

A parte que el hecho de estar separada de tres ex maridos, dos amantes, un amigo extraño que le obsequió con un hijo adoptado en Somalia, con la tez blanca como recién salido de Bloomsbury, le había dejado en un extraño estado de ánimo, que no conducía al optimismo vitalista necesario para embarcarse en nada.

Se dejaba llevar por sus ensoñaciones siempre que quedaba sentada en un banco de aquel jardín, cada vez más agreste.

Recordaba sus excursiones hasta la caseta, donde el jardinero le enseñaba unos bulbos peludos que siempre llevaba consigo, escondidos en los bolsillos del pantalón, junto con una zanahoria.

Era un señor muy jovial y divertido, que gozaba de la total confianza por parte de la señora de la casa, pues incluso le dejaba ducharse en la casa, cuando había acabado su faena.

Nunca entendió muy bien, porque a su madre no le hicieron ninguna gracia sus correrías y al poco desapareció aquel jardinero tan divertido, que siempre le obsequiaba con un chocolate muy bueno.

Al final consideraban chocherías propias de la edad, las obsesiones de la madre por qué no se hiciera ninguna modificación en la casa ni alteración en el jardín, caseta incluida.

Un día en su aburrimiento existencial, se empeño en abrir la puerta y entrar en dicha caseta, prácticamente en ruinas, pues nadie se ocupaba de ella y el techo amenazaba con desplomarse.

Miró con curiosidad malsana, los sacos de arpillera sobre los que en tiempos, se estiraba para ser observada por el atento jardinero, mientras le contaba cuentos de lo más fantasiosos e imaginativos, muy diferentes de los del colegio de monjas.

Todo estaba en un estado de deterioro total, el suelo estaba como abombado en la parte central, cosa que no recordaba de su época juvenil.

Indagó hurgando con una pala oxidada y mango un tanto carcomido, hasta que éste se rompió del todo, dejándola en la incógnita si la mano que asomaba, era para saludar un reencuentro o para una despedida formal que no pudo hacer en su momento.




Barcelona, 30 Noviembre 2016.

BARCA VARADA

Fotografía obsequio de I.C.



Como barca varada
así, quieta en la playa,
esperando nuevo destino.

Desea patrón para partir.
por aguas marinas,
ansiosas en la espera.

Mar tenebroso y rugiente
 o calmado y plácido
escucha nuestra decisión.

Presto para llevarnos,
al horizonte que no se ve,
el que nosotros marcamos.

A lomos de sus olas
viajaremos allí, donde
nuestro deseo exija.

Me siento barca
Me siento playa
Me siento mar.

Pero no soy nada
quieto en la playa,
como  barca varada.



Sarria, 28 Noviembre 2016.


Olas rompiendo

Fotografía cedida por I.C.C.


Rompen las olas
sobre la orilla,
siempre lamiendo
la misma arena.


Sobre sus lomos
se presentan,
ansiosos de libertad,
prófugos modernos.


Arrojan banderas
al mar hostil,
que no sabe
de patrias y naciones.


Llegan ante la arena,
huyendo de guerras,
miserias, desidias,
e ignorancia.


Libres de servidumbres,
se venden a otras nuevas,
reinventan emprendiendo,
lo que traían aprendido.


Oleadas van llegando
rompiendo sobre rocas,
sueños por realizar
dejados sobre la arena.


Siempre esperanzados,
no entienden, el siempre
chocar y romper,
como olas encadenadas.


Tener que dejar
todas las ilusiones.
cargadas hasta entonces.


Dicen, no importa,
otras nuevas surgirán
mejor romper como olas
sobre la arena nueva.


Por eso es día,
dicen algunos,
de acción de gracias.


Porque todas las olas
tienen derecho,
a una bonita playa
donde llegar suaves,
y no fieras piedras,
ariscas  al recibirlas.




Sarria, 25 Noviembre 2016.