HUIDA INUTIL






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Cada vez le costaba más caminar, empezaba a entrabancarse, pero el desespero le obligaba a seguir, a medida que el torrente procedente de sus ojos, le empapaba la ropa, aumentando su peso.

Se arrastraba apoyándose en las paredes, lastimándose los brazos al rozar contra las piedras de las casas.

No podía dejar de llorar, era tal la magnitud de su pena, que las lágrimas le salían a borbotones, sin calmar aquel desprecio que sentía hacia sí mismo.
En su ahogo, en un ataque de arrepentimiento tardío, se arrancó con desespero el alzacuello, desabotonándose su sotana preconciliar.

Las lagrimas que la habían convertido en un vestido, pegajoso y con más peso del que por su significación se le suponía, eran ahora un sudario, que empezaba a aceptar como algo justo y necesario.

Por mucho que corriera y se arrepintiera, no tenía la certeza que su dios, se dignara a perdonarlo.

Aunque él seguía caminando, cada vez con más dificultad y menos convicción, la sombra de campanario, le alcanzaba. 

Allí quedaba la victima de su fechoría, se lo llevó arriba, para enseñarle el manejo de las campanas, y entre su fogosidad y las intenciones de escapada del alumno de primaria, este acabó cayendo al vacío.

Cuando se asomó y vio la masa inerte, con un charco debajo de la cabeza, que iba aumentando de tamaño, con un color rojo que destacaba con fuerza sobre el suelo grisáceo de los adoquines, supo que tenía que correr, huir, desaparecer.

Acabó de desabotonarse la sotana, tirándola al suelo, quedando despojado de su condición sacerdotal a ojos de los escasos viandantes, que a esa hora pasaban por delante de él y algunos le saludaban con reverencia y respeto.

Verlo en aquellas circunstancias, acostumbrados a su pulcra presencia, totalmente afeitado, con el pelo arreglado y las manos súper cuidadas y la ropa impecable, sorprendía del todo.

Le preguntaron que le pasaba, si necesitaba algo, si quería que lo acompañaran a algún sitio, él con  voz temblorosa, decía que no, que no  a todo, y seguía caminando hacia el puente, hacia su perdición.


12 comentarios:

  1. No hay piedad para los pecados de pederatia. Es un buen texto, mucho, pero créeme, le acompaño a un puente, que sea el infierno, donde algunos con alzacuellos. Lugar de donde no debieran salir jamás.

    Es potente, tiene buen ritmo, y guarda unas lágrimas tardias, pero que pueden casi verse. Muy bueno. Un abrazo

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  2. Es un tema, del cual es difícil, tener un posición , digamos comprensiva.
    Un abrazo.

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  3. Tremendo y actual tema de la iglesia y sus sacerdotes. Es tan humano como repulsivo y ya es hora de que los curas, con el beneplácito de la iglésia, puedan llevar una sexualidad como el resto de los mortales. Bien escrito.

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  4. No sé si llevando una sexualidad más normal pueden evitarse los casos que vamos sabiendo de crímenes de lo más infame.
    Hay gente, que puede vivir tranquilamente sin ejercer activamente su sexualidad por las razones que sean.
    Lo que si está claro, es que en la iglesia que conocemos, han habido, hay y seguramente habrán otros crímenes, que hasta ahora quedaban más o menos encubiertos, y que con los nuevos aires en el Vaticano, estos hechos empiezan a ser atajados de raiz. Esperemos.

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  5. La verdad nunca había leído sobre este tema y me ha encantado. La lástima es que al protagonista se la intuya un final tan sencillo y carente de sufrimiento como el del puente. Un saludo.

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  6. Es una solución literaria fácil, para un tema muy delicado, sin sentimiento alguno por un ser repugnante, es así de simple.
    Un saludo.

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  7. El problema con el pederasta es que no tiene remedio ni con la castración química, porque es, además, una perversión mental. Las estadísticas dicen que una gran mayoría termina reincidiendo.
    Muy buen relato que encara este tema tan difícil -y más con un religioso- con mucha altura.
    Saludos, Alfred.

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    1. Muchas gracias! Realmente es un problema complejo, que no ha de ser ocultado y al primer aviso, tomar serias medidas contra los autores de dichas felonías, en vez de ocultarlas-
      Un cordial saludo Mirella S.

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  8. El sufrimiento de tu protagonista es difícil de entender, la solución que nos brindas al final es la mejor. Son enfermos que no pueden curarse, y cuantos vivieron ese infierno que los convirtió en esclavos de su maldad. Es un tema muy de actualidad y está muy bien tratado.
    Saludos Alfred.
    Puri



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    1. Hola Puri! Muchas gracias por tu grato comentario, como decía, es un tema delicado, que hasta ahora se miraba de ocultar y dejar a los culpables sin un debido castigo, ni un tratamiento, que no sé si es posible.
      Saludos.

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  9. Tema vigente y por desgracia totalmente real.

    Título perfecto, a nuestro entender buena introducción, describes un sentimiento de culpa enorme que desgarra las entrañas del protagonista, consecuentemente al mal irreparable realizado.
    Nos gusta la indicación de preconciliar con todo lo que ello conlleva.

    Nos has sorprendido gratamente esta faceta tuya.

    Abrazos,
    José Luis y Gema

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    1. Muchas gracias! Por vuestra visita y por vuestro comentario.
      Estáis en vuestra casa, Adelante!
      Un abrazo para ambos.

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