Atmósfera



                                  Foto del autor

Le consideraban un buen narrador, sus escritos eran apreciados, por los conocedores de la dificultad que entraña la creación literaria.
Pero se sentía desdichado, por no tener el reconocimiento del público, ni ser leído en masa y sin tantas tonterías, sobre si estaba mejor o peor, literariamente hablando.
Simplemente se había quedado en un creador, que transmitía muy bien la atmósfera, de una situación, del ambiente en una narración, pero poco mas daban de si, sus cuentos.
Pero él vivía intensamente las acciones y situaciones que narraba, entraba en un estado febril, que le incitaba a continuar hasta el final.
Cuando se ponía a escribir, todo él se transformaba, se sentía legionario, gánster, detective, lo que hiciera falta y requiriese la narración.
Así y todo, había algo que le fallaba, o no eran creíbles, o eran demasiado fantasiosas, la cuestión era que no daba en el clavo, como se decía vulgarmente, se quedaba en el envoltorio.
Esto le producía una desazón que le carcomía por dentro, empezando a afectarle en su creatividad.
Estaba empezando a sentirse preso, dentro de una celda lúgubre, con paredes llenas de musgo, por donde rezumaba agua pestilente que encharcaba el suelo.
Intentaba mantenerse en equilibrio, sobre un miserable taburete de tres patas, que más parecía de juguete que para una persona adulta.
Dado que no podía tumbarse en el suelo, donde un montón de paja maloliente y evidentemente remojada, hacía las veces de jergón, se veía ahí puesto como un animal cérquense, para risa de los vigilantes.
Apoyando el papel, en el descansillo de la ventana, mejor decir un respiradero, dado que daba a un patio interior minúsculo, por el que no entraba luz alguna, intentaba escribir, lo que sentía, lo que estaba viviendo.
Con lo que sus condiciones iban empeorando por momentos, a medida que desarrollaba el tétrico relato.
Sin percatarse que su escrito, le estaba llevando a una situación límite, empezaba a entrarle la angustia de verse recluido de por vida en unas condiciones pésimas.
Siempre se había considerado lo suficientemente hábil, para darle un quiebro a cualquier situación imaginada, para darle con él un cambio de sentido y salvar cualquier situación.
Por ello, dentro de la penuria de su actual situación, tenía el resquicio de esperanza, de poder resolver su penoso encierro, imaginando un indulto qué traerían en el momento crítico.
Cuando ya creía que sus fuerzas ya no daban más de sí, y ese momento ya había llegado, se dispuso a escribirlo.
No encontró el lápiz, miró en la repisa, en el suelo, en el montón de paja, entre sus harapos, quitándoselos para asegurarse entre sus costuras y bolsillos, desesperado introdujo la mano en el cubo donde hacía sus necesidades. Nada.
Llegó a la conclusión que alguna de las ratas que le discutía la propiedad del mendrugo de pan que le servían, a ratos aleatorios, para despistarle en la hora que vivía, se habría comido su instrumento de escritura.
Desesperado, y con las fuerzas mermando por momentos, intento morderse para obtener un poco de sangre con la que escribir su salvación.
Cuando extrañados por su ausencia durante un largo tiempo, conocidos suyos se presentaron en su casa, sin obtener ninguna respuesta, avisaron a los bomberos, los cuales entraron en la vivienda, recibidos por un fuerte hedor, que les presagió una realidad escondida en un cuarto, donde un cuerpo yaciente, con una mano extendida, había escrito en el suelo.

Comunicamos el indulto para....

8 comentarios:

  1. Prisionero de sus palbras y sus silencios. Entre rejas de olvido y deseos por alcanzar, la pluma estaba en sus dedos, al alcance de sus manos, en la punta de la lengua.

    Para volar al mundo. Un beso. Me ha subyugado.

    ResponderEliminar
  2. Atrapado en la red creada por sus propias palabras, intenta deshacer en un instante, el encierro que un silencio eterniza.
    Un beso. me siento halagado por ello.

    ResponderEliminar
  3. Estremecedor. Prisionero de esa atmósfera que el mismo ha creado y de la que sólo es capaz de huir con sus propias palabras, esta vez, escritas con sangre.
    Un saludo Alfred.

    ResponderEliminar
  4. El escritor es un buen psicólogo. Relata la atmósfera creada por otro escritor, producida por una circunstancia muy humana, que atrapa, tenaza, al protagonista en un drama en el que no sabe salir.
    Era un escritor que elevó su exigencia al límite, del cual no supo salir.
    El escrito está muy bien.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  5. Gracias por tu elogiosa crítica, ve que la intención del escrito ha sido captada en toda su angustia.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  6. Hace poco hablaba con alguien sobre el tema de si la fama modificaba en algo que uno se sintiera realizado o no como escritor, lo debatimos bastante y hubo diversas opiniones. Yo creo que podemos ser excelentes escritores sin ser reconocidos, pero ¡cómo pesa la opinión de los demás!
    Perdón, me deliré...
    Un magnífico texto, ir creando nuestra vida es como escribir una historia, no veo la diferencia.
    Un fuerte abrazo.
    HD

    ResponderEliminar
  7. Pero como saber si escribes más o menos bien, si no tienes el juicio público.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar