OSCURIDAD



                                                                  Farola de Internet



Salió de la boca del metro apresurada, a unas horas que era noche cerrada y con las calles muy poco concurridas.

Torció por una bocacalle adentrándose en un callejón muy mal iluminado, sus pasos resonaban en el silencio espeso de una noche fría.

Caminaba por el centro de la calzada, para evitarse sobresaltos por si alguien salía de algún sombrío portal de aquel barrio antiguo.

Sin decir que tuviera miedo, si le producía un cierto respeto andar por aquellas calles, en momentos tan poco transitados.

Las farolas estaban muy espaciadas, produciendo una luz mortecina, amarillenta, que justo alcanzaba a un par de metros a su alrededor, dejando una zona oscura entre ellas.

Tenía la vista al frente, los oídos prestos, atendiendo cualquier ruido o variación de luz, susceptible de producir cualquier acto sospechoso.

A pesar de todas sus precauciones, no se percató de la siniestra mirada de unos ojos turbios, que la observaban con delectación, como una pantera ante su próxima victima.

El ruido que produjo el seguro de la navaja, produjo en ella una reacción, erizando los pelos de la nuca, acelerando su ritmo cardíaco y provocando, pese a la fresca temperatura nocturna, que unas gotas de sudor le resbalaran por la frente.

Entre farola y farola, unos arboles  frondosos, estaban intercalados, haciendo fácil la ocultación, de alguien con ganas de no ser visto.

Ella, cual gacela descubierta en una sabana despejada, sin posibilidad de huida, y que se dedica a saltar para mostrar su agilidad que le permitirá esquivar a su depredador, se dispone a preparar una salida a su desesperación.

Es consciente de que sólo le queda continuar, acelerar el paso, e intentar salir del callejón para desembocar a la avenida, con la posibilidad de qué su mayor tráfico, le de una cobertura de salvación.

Tiene la edad justa, para entender lo que le puede suceder, la forma de intentar evitarlo, y la experiencia de no perder los nervios en el peor momento para ello.

Pero la angustia no se la quita nadie, clavando sus tacones de aguja, presurosa y escuchando el ruido  de sus medias al rozar las piernas entre si, se va acercando, de farola en farola, a su destino.

En estos momentos lamenta su fogosidad de carácter, que le hizo rechazar la posibilidad de ser acompañada, prefiriendo tras la discusión, mostrarse totalmente independiente.

Ahora, en su huida, un tanto aterrorizada, todo lo anterior le parecía una banalidad, la discusión en si, y el hecho de haber salido en plan desairada del restaurante.

Ensimismada y enfurruñada, no se percato de un cambio en el pavimento, torciéndose un tobillo, cayendo con tal ímpetu, que al intentar amortiguar el golpe, sacando el bolso por delante, este se le abrió, esparciendo parte de su contenido.

Romperse las medias por las rodillas fue lo de menos, mancharse con el agua sucia tampoco le gustó mucho, rasgarse un lateral del abrigo de cuero negro extra largo, tampoco le ilusiono, pero ver sus cosas, el teléfono, las pastillas, el pañuelo, su agenda, la barra pintalabios, el set de maquillaje, un peine....

Se levanto enfurecida, dispuesta a plantar cara a su escondido adversario, ya no podía correr, pero encontrar su abre cartas fetiche le daba el coraje necesario para increpar, gritar y maldecir, a la sombra, que le estaba acosando.

Cuando Saúl oyó los gritos, miro sin ver, hacía la salida del callejón, guardándose la navaja, con la que se había pelado una naranja, obsequio de la frutera de la esquina, cuando pasó por delante y ella estaba cerrando.

Cogió su bastón blanco, y preguntó con voz alta y clara, si necesitaba ayuda, disponiéndose a ir hacia los gritos de una mujer desesperada.


5 comentarios:

  1. Un final espléndido. Pero otro día me cuelgo del brazo de algún amigo :-)

    Un abrazo.

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    1. Si será mejor, he oido un ruido, cómo si afilasen un cuchillo.....
      Un abrazo

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    2. Ese, ojalá sea yo, mi querida Albada.

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  2. Buena historia de suspense con final cómico.
    Me ha gustado.
    Creo que sólo los humanos, crean castillos en el aire.

    Un saludo navideño

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