LUPITA



                                                    Imagen obtenida de Internet



Al principio tuvo miedo, a más a más del nerviosismo propio de presentarse ante su primer trabajo, a pesar de ir recomendada por el colegio de monjas donde hizo sus estudios de secretariado con idiomas, evaluados con excelentes notas, sabía que el dueño de la empresa era un señor muy severo, con una gran rectitud en todos los aspectos de la vida.

En seguida se dio cuenta de que no era tan fiero el león, aunque el temblor de piernas de la primera entrevista, lo recordó durante bastante tiempo.

Al ser tan joven sus nuevas compañeras en la oficina  de don Venancio, la acogieron como su mascota, y le fueron ayudando en todo, para que no metiera la pata.

Lupita se fijaba mucho, y enseguida le dieron más tareas para realizar, aparte del aburrido archivar diario.

Cuando la llamaron para dictarle unas cartas, sabía taquigrafía y la secretaria estaba ausente, supero con prontitud el desafío, y don Venancio quedo encantado, también ayudo que era de una visión mucho más agradable que su secretaria habitual.

Era, ya lo hemos dicho, muy joven, y como tal se comportaba y vestía, lo cual era grato para sus compañeros de trabajo, que le lanzaban todo tipo de piropos, para envidia del resto de sus compañeras. Pero se lo tomaban a bien, era la peque, su protegida, y no permitían ninguna salida de tono.

Con el tiempo siempre se encargó ella de atender los requerimientos del jefe, despachando con él no menos de media hora cada día.

Lupita empezó a cambiar al cabo de un tiempo, se la veía más lozana, y empezó a engordar, lo cual disimulaba llevando prendas más amplias.

Fue por entonces que se empezó a hablar de la mecanización de la empresa, poner un ordenador para llevar todo el tema de administración, facturación y control de stocks. Siendo ella la elegida para asistir a unos cursos de iniciación a las nuevas tecnologías.

Mientras no estuvo, a don Venancio se le vio más cascarrabias de lo habitual, pero todos lo achacaron al cambio de sistema de trabajo que se estaba preparando.

Cuando al fin Lupita regresó, lo hizo como una persona más madura, ya no era la chiquilla de todos, se había convertido en toda una mujer, y tenía su carácter.

Se habilitó una sala en el despacho para la instalación de un inmenso mamotreto, que era la unidad central, con control de temperatura y humedad especifico.

Para el resto de los oficinistas, secretarias y contables, se les redujo el espacio vital, puesto que fueron despedidos algunos, por no ser necesarios, con el nuevo equipamiento.

De todo ello se ocupó Lupita, perdón, Doña Lupe.

6 comentarios:

  1. Doña Lupe vive enfrente de mi casa. Nos cruzamos por la calle y coincidimos en el super de la esquina. De don Venancio, expone una opinión muy humana, que pudo prever desde el día en que entró en la empresa.
    Hace días anda preocupada con la capacidad del macquiver304 ya que hasta su propia secretaria Inés le parece prescindible.

    Y reconoce que sospecha que hasta ella misma irá al paro, por no poder competir con su capacidad de trabajo. Pero la oigo refunfuñar, por la nula necesidad de dormir del mamotreto.

    Me ha gustado Alfred.

    Un abrazo

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    1. Don Venancio fue cediendo responsabilidades, puesto que sus conocimientos informáticos eran nulos, y las estadísticas y controles los analizaba Doña Lupe, como tenía más tiempo libre, se le veía por el parque llevando un cochecito con un crio...
      Me alegro, gracias! Un abrazo.

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  2. suele ocurrir, por supuesto que aqui es solo un texto...pero ocurre en la vida real

    me gustó mucho
    un abrazo

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    1. La vida real está llena de casos similares, seguro! Gracias, un abrazo.

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  3. La gente cambia, sin dudas.
    Pero en el fondo, estoy seguro de que el alma de Lupita ya traía algo de la futura "Doña Lupe".
    Saludos.

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    1. Lupita, perdón Doña Lupe, tenía claro donse quería llegar. Saludos.

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